Fuimos a Olivenza con la esperanza de ver al mismo Morante que terminó la temporada pasada y, en ese aspecto, no nos ha defraudado. Sigue igual de dispuesto, de artista, de ánimo y de ganas de agradar.
En esta temporada de su 25 aniversario de alternativa quiere celebrarlo toreando un número de corridas desmesurada. Si se cumplen las expectativas va firmar por encima de las 125 corridas. Sólo espero que las lesiones lo respeten y que pueda cumplir todos los compromisos que firme. Mi cartera no da ni mucho menos para seguirlo, pero espero poder verlo unas cuentas veces.
La corrida del sábado en Olivenza fue un fracaso estrepitoso de la ganadería de Zaldueldo. Toros carentes de fuerza y de casta, deambularon tontones por el ruedo sin la más mínima emoción. Ante esto Morante sólo pudo estar en torero, con mucho gusto y andándole a los toros como hacía muchos años que no veíamos. Para colmo echaron a dos toros para atrás y salimos a las tantas. A estos toros El Juli les puede hasta recién levantado de la siesta. Tanto que hasta le dio con la cabeza en el lomo al finalizar un pase para demostrar que lo tenía dominado. Emilio de Justo no pudo realizar su toreo de pureza ante semejante ganado y estuvo tan sobrado de poder como falto de opciones.
La corrida del domingo de Núñez del Cuvillo fue otra cosa. No es que saliera buena, pero sí propició buenos momentos. El Primero de Morante tenía muy pocas fuerzas y el diestro demostró su gusto y torería. Su segundo no es que anduviera sobrado de fuerzas, pero tuvo las suficientes para demostrar que Morante va a tirar de nuevo de la temporada. Torería por los cuatro costados y detalles del artista en cada movimiento. Pinchazo y estocada y una merecida oreja. El primero de Manzanares claudicó en innumerables ocasiones, pero su segundo fue un toro de bandera, con fijeza, largura y profundidad en sus embestidas. Manzanares se encontró a gusto y nos recordó más al de hace años que al de los últimos años. Cortó dos orejas y el toro fue aplaudido en el arrastre. A Roca Rey lo vimos algo acelerado y sin centrarse con los toros, pero de valor sigue intacto, rozando la temeridad. Cortó la oreja de su incierto primero a base de exponerle.
Dos consideraciones finales. La primera sobre la plaza de toros. Es, de lejos, la más incómoda que yo conozco. Para toda la sombra hay sólo un acceso al recinto, que se comparte con las cuadrillas, que paran la entrada cuando llegan. Imagínense el tapón de entrada y de salida. En los tendidos te tienes que sentar sobre los pies del de detrás y el de delante se sienta sobre los tuyos, claro. No se puede ni cruzar los brazos de lo pegados que estamos y las rodillas en las espaldas son un martirio continuo. Para toda la sombra hay sólo dos pequeñas escaleras para bajar y ningún pasillo entre filas. Se pueden imaginar lo trabajoso que resulta llegar a tu localidad, aun entrando media hora antes. Resultado, continuas broncas y gente sin poder entrar hasta el cuarto toro. Segunda consideración, Olivenza tiene un ambiente taurino el fin de semana extraordinario, el pueblo muy cuidado y vigilado por policía local, nacional y guardia civil. La cercanía de Portugal y su rica gastronomía invitan a acercarse. En resumen, un magnifico fin de semana rodeado de amigos.