Recientemente se ha publicado una entrevista de la periodista Rosario Pérez en ABC a El Juli, en donde decía que en la “dirección de la TVE hay un importante movimiento político antitaurino”. ¿Será quizás porque ZP es partidario del FC Barcelona y no se le ha visto en los toros?
Creo que este torero es de los que merece más respeto de todo el escalafón. Le puede a casi todos los toros, lo da todo cada tarde, toree donde toree, no se quiere dejar ganar la partida por nadie y, siendo figura desde hace muchos años, no rehúye ni compañeros, ni plazas, ni televisión. Después gustará más o menos (normalmente más), pero no se le puede negar su entrega y su capacidad para sacarle a cada toro hasta el último pase.
Las palabras de El Juli contra la dirección de la TVE son muy ciertas, y es raro que el mundo de los toros no se haya levantado a denunciar esta falta de atención por parte de la televisión pública que pagamos todos. Que los toros tienen audiencia debe de ser cierto, en caso contrario la televisión de pago, Canal+, no habría apostado tan fuerte por los toros, ni en Canal Sur se televisarían tantos festejos de novilleros y de escuelas taurinas.
También comenta el diestro, en la citada entrevista, cómo está afectando la crisis a la Fiesta con la reducción del número de festejos, diciendo que hay que apostar por la calidad porque en los últimos años éstos se habían incrementado mucho. En eso ya no estoy tan de acuerdo. La crisis económica ha venido a agravar algo que venía sucediendo en los últimos años, que no es más que la pérdida de afición. Si antes de la Guerra las principales aficiones de los españoles eran los toros y el teatro, en los últimos tiempos la “oferta”, sobre todo para los jóvenes, se ha ampliado enormemente: futbol, cine, conciertos (me refiero a los que llaman así de música moderna), televisión, centros comerciales, discotecas, noche, botellonas, Internet, etc., componen un mundo muy competitivo en donde los toros no quedan en buen lugar.
Las grandes ferias se mantienen con un público festivo y social que quiere ver y ser visto y que los toreros triunfen para amortizar los carísimos precios de las entradas, influyendo en la disminución de las exigencias a toro y torero. Esto ha hecho, a su vez (o «la misma vez» como diría mi presidente), que gran número de verdaderos aficionados abandonen los tendidos por falta, digamos, de emoción. Total, que como en toda crisis, los Toros necesitan también un revulsivo y medidas anticrisis tan contundentes, y probablemente tan dolorosas, como las que necesitamos para paliar la crisis económica, y, sobre todo, alguien que sepa cuáles son y que sea capaz de aplicarlas.