Ayer continuamos la tertulia del tendido en la Cervecería Internacional, desde donde escribimos estas palabras, así que si nos sale algún párrafo torcido, ustedes disimulen. Ninguno de nosotros pertenece a ninguna tertulia taurina, somos aficionados de base, de forma que nos desahogamos aquí, entre cervecitas y ensaladillas, mientras analizamos la tarde de toros.
Fuente Ymbro ha echado una buena corrida de toros, con tres animales de los que pueden cambiar la carrera de un torero pero, desgraciadamente, se ha quedado todo en un triunfo aparente. A la corrida tampoco le han pegado mucho, no ha hecho falta, ni podemos decir que haya sido un dechado de bravura, pero se ha movido, ha transmitido peligro y, por consiguiente, emoción a todo lo que pasaba en el ruedo.
Salvador Cortés, no ha estado en toda la tarde. Su primero fue un buen toro, que sólo descubrió muy al final cuando por fin lo llevó por abajo. En su segundo se dejó tocar los engaños tras muchas probaturas hasta que el toro se aburrió. El primero de Nazaré estaba derrengado de los cuartos traseros y el presidente debió devolverlo. Su segundo lucía una arboladura digna del Juan Sebastián Elcano. Además, no se cansó de embestir. Un toro que valía un cortijo. Nazaré no acabó de aprovecharlo en tandas demasiado cortas, eso sí, con mucha emoción. Tras un enganchón paró la música, vino la voltereta y se acabó. Esaú estuvo ahí. Los dos toros a «porta gayola», toreando a su estilo, muy en Jesulín y poco cruzado. Su faena al sexto tuvo algún pasaje de mérito.
Las orejas concedidas a Nazaré y a Esaú han sido generosas y nos saben a poco, pero ya sabemos que este presidente no demuestra tener el mejor criterio. Ha estado rápido para las orejas y remiso para la devolución.