Se aproximan los «días señalaitos» y se preguntarán ustedes que para qué vamos a hablar del pregón taurino antes de que éste se celebre el Domingo de Resurrección, y la respuesta es que como de lo que vamos a hablar ese día es de la corrida de toros de por la tarde, aprovechamos para anticipar este tema.
Mejor si lo hablan ustedes, porque yo, en éste, como en otros muchos aspectos, no soy buen aficionado, quiero decir que no suelo asistir al pregón taurino. Fui al el primero a cargo del sin par Juan de Dios Pareja Obregón, que estuvo, como siempre, genial. Después, por unas cosas o por otras, dejé de ir y ya no volví a sentir la necesidad de repetir. Tengo que reconocer que no se me puede incluir entre los sevillanos amantes de los pregones, no tengo el don de ponderar la lírica.
Todo lo que sea hablar de toros es bueno, y este acto, que es para ensalzar al Toro, hay que apoyarlo, sea asistiendo o hablando de él.
Este año, hago propósito de enmienda y prometo asistir. Oir a Carlos Herrera hablar de toros, de temas gastromómicos, o de lo que sea, merece la pena. Ya les contaré cómo fue, cuando agotemos el tema de la corrida de ese día.
PREGÓN TAURINO CON BRONCA
Me extrañó que mientras me tomaba un café a las 11,15, la cola la era ya espectacular para un acto programado a las 12. Y es que el pregón, en el que se entra por invitación personal y que no está numerado, tiene esas incomodidades. Yo hice mi cola de rigor, no mucha, rapidita, porque en la entrada nadie pedía las invitaciones y, gracias a la atención del amigo Ignacio Guajardo-Fajardo, vimos y oímos el pregón en buen sitio. Pero después nos enteramos de que unos 200 invitados no habían podido entrar porque el aforo ya estaba lleno y hubo bronca fuera, según cuentan en El Mundo.
Dentro es verdad que estaba lleno, quizás se había colado gente sin invitación, o la habían colado, pero, en un acto sin numerar, todo se puede esperar. Comprendo que organizar el pregón así debe ser difícil, se darán muchas invitaciones de compromiso a personas que no quieren asistir y, en previsión de los que no vayan, supongo que se darán muchas más invitaciones que asientos, de forma que cuando el pregonero tiene tirón, aparece el overbooking y hay bronca segura. Sería más fácil que se ofertaran invitaciones con asiento y éstas se retiraran sólo por los que vayan a asistir.
El pregón fue lo esperado. Carlos Herrera domina los escenarios y sólo hubo aplausos. Empezó y terminó con un «Sevillanos a los Toros», parafraseando a su pregón de la Semana Santa.