No saben ustedes lo que he sentido no poder asistir a las dos últimas corridas del abono, sobre todo por no atender esta ventana que ABC de Sevilla nos ha dejado abierta, tan amablemente, por segundo año, para que un grupo de aficionados expresemos nuestras opiniones sobre lo que observamos en los tendidos de la Maestranza.
La corrida de hoy iba camino del fracaso más absoluto en los cinco primeros toros. Peñajaras sin fuerza ni emoción y con su puntito de genio que no dejó confiarse a los toreros, hasta que salió el sexto toro: un precioso castaño bragao, alto, rematado y serio. Con esas hechuras tenía que embestir a pesar de lo poco que habían dicho sus cinco hermanos anteriores. Y lo hizo, permitiendo a Luis Bolívar tocar pelo.
Hasta entonces aburrimiento, la gente charlando y, pocos, protestando. Este público es santo.
Antonio Barrera tuvo un gesto que se está convirtiendo en habitual, al brindarle un toro al señor de la alcachofa de Digital Plus, que por cierto televisa las corridas de forma magnífica. El espectáculo está en la plaza, el que sea televisado no puede mediatizarlo la actuación del torero, los espectadores estamos allí. Les hacen entrevistas al llegar, entre toro y toro y al final; diga usted lo que quiera en esos momentos y no nos haga un brindis virtual.
También hemos comentado la suerte que están teniendo los profesionales, porque salimos a voltereta o cogida por día, pero los toros no están calando. Paco Peña en el primero, que lo había avisado en el primer par pasándole muy cerca, no se quiso aliviar en el segundo y lo cogió por la barriga. Lo tuvo prendido unos segundos sin poderse zafar. No sé si la falta de fuerza o de codicia del toro obraron el milagro, pero no lo hirió.
La corrida internacional, con la terna de nacionalidades distintas se salvó en el último momento, será por eso de las alianzas de las civilizaciones.