Ya he comentado otras veces la pasión que levantan los encierros de San Fermín. Es una tradición en muchas casas, que sus miembros vean el encierro juntos a las 8 de mañana. Ahora, la hora de la primera cita tiene que ser después del encierro y también ahora coincido a diario con algún vecino comprando el periódico, justo después del encierro.
Aunque he estado en Pamplona en alguna ocasión, nunca me atreví a correr, ya saben que mi valor es cortito, por eso admiro y envidio a todos los corredores que a las ocho son capaces de cumplir con la tradición. Recuerdo que la mañana siguiente al primer encierro que no corrí, la prensa local publicaba la foto de un toro de Torrestrella con un mozo colgando de cada pitón. Eso fue el previo al segundo encierro que no corrí, por si me quedaba alguna duda.
Cuando cinco minutos antes de las ocho, las cámaras enfocan panorámicas de corredores que calientan a saltitos y estiran para espantar los miedos, siempre veo el recorrido con una pátina grisácea de mañana fría y de peligro. Ya ven, paso miedo hasta en la tele. Después me encanta ver las careras, los golpes, los incidentes y el comportamiento de los toros. Curiosamente los más temidos Miuras son los más nobles para los corredores, y los deseados de encaste Domecq, los más peligrosos. Los Miuras van siempre el Domingo, el día de más gentío porque suelen hacer una carrera muy rápida y sin tirar cornadas. La excepción fue el año pasado donde dieron un espectáculo de comportamiento. Llegaron a tirar de un salto a un fotógrafo que estaba a cuatro metros de altura, y dieron varias cornadas. Este año han sido fieles a su tradición y sólo han dado una cornadita, precisamente al corredor que se había comprometido con TVE a comentar el encierro una vez terminado este. Ya es mala suerte.
Ayer, para entretener los nervios previos al partidazo, vimos la corrida de Miura. Los tendidos de sol estaban vacíos por la protesta de las peñas contra la Alcaldesa, que unos abonados de Pamplona que vieron la corrida en casa se encargaron de explicarme, dándole la razón a la alcaldesa.
La corrida fue entretenida, con un Padilla dándole heroicidad a su espectáculo, un Rafaelillo muy sensato y centrado y un Valverde que no estuvo. Varios toros sorprendentemente manejables.
Los nervios de la final del campeonato del mundo se iban abriendo paso, pero aguantamos hasta que dobló el último, llegando al partido 10 minutos tarde. Después, qué les voy a contar. Esta tarde me tengo que hacer con una camiseta con una estrella.