En el ahora sábado de “pescaito” entregamos en la caseta de Los 40 el X premio de la Tertulia al toro más bravo de la feria anterior que, como no podía ser de otra manera, fue para “Cobradiezmos” de Victorino Martín. A pesar de lidiar por la tarde, el ganadero tuvo la amabilidad de venir a recogerlo, agradecerlo con unas sentidas y reivindicativas palabras y quedarse a almorzar y a charlar con nosotros hasta que fuimos tomando el camino de la plaza de toros. También nos acompañó el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, al que gusta entregar este premio y que resaltó las virtudes de la ganadería de Victorino.
Por la tarde asistimos a una corrida de las que crean afición, emocionante de principio a fin. Otras tardes de toros mortecinos que dan más pena que miedo, a las dos horas ya no sabes cómo sentarte ni de qué hablar con los vecinos, y estas deseando que aquello se acabe, El sábado, las tres horas que duró el festejo no pesaron en absoluto y nos las pasamos sin poder quitar la mirada del ruedo, y sólo se fueron algunos que prefirieron dos boquerones fríos en la Feria a un victorino en la plaza de toros vendiendo cara su vida.
Al saltar al ruedo el primer toro, cárdeno con 504 kilos y vareado, levantó los primeros aplausos. No parece que el público esté por el “toro de Sevilla” ni por los mastodontes que estamos viendo últimamente. La presentación y el juego de los victorinos fue variada, desde el primero, estrecho de sienes, al precioso sexto, otro cárdeno más claro y con mucha presencia en la plaza. De juego tuvimos de todo, desde alguno de noble embestida, como el primero de Ureña o el segundo de Escribano, a alimañas como el primero de Escribano. Bravos con más o menos genio, algunos hicieron buena pelea en varas, derivando incluso, y todos vendieron cara sus embestidas y muerte. Unos aplaudidos en el arrastre y otros pitados, pero ninguno dejó indiferente
Antonio Ferrera, al que echamos mucho de menos el año pasado, ha estado inmenso toda la tarde. Con su segundo toro hizo una faena espectacular. Toro bravo y encastado, no le regaló ni un pase y le fue sacando faena a base de valor, de exponerle y de jugársela. Su esfuerzo se vio premiado con una oreja de peso. Paco Ureña también estuvo bien con su primero, al que logró sacar varias tandas de naturales a base de estarse muy quieto y consentirle mucho. Hay que estar sobrado de valor para poder hacer eso y la faena llegó al público. En su segundo también expuso mucho, llevándose una voltereta. Escribano pasó de bailar con la más fea, la alimaña de su primero, a su segundo que regalaba embestidas al ralentí. Pero, a pesar de esto, o quizás por esto, no tenía una faena fácil. El público tomó más partido por el toro y la cosa no pasó a mayores porque tuvo que descabellar.
Ferrera tuvo un emotivo detalle al ofrecer a José Manuel Montoliú compartir con él tercio de banderillas para homenajear a su padre, del que mañana se cumple el XXV aniversario del día que dejó su vida en esta plaza. Menuda papeleta para el hijo, que se tuvo que ir a parear un Victorino que se arrancaba como una bala a galope tendido y en los mismos terrenos del 7 donde cayó su padre y, además, a favor de la querencia del toro, que lo alcanzó en el muslo, afortunadamente sin consecuencias.
En resumen, tres horas de reloj de emoción, donde hasta los japoneses que tuvimos delante acabaron pidiendo las orejas. Dar las gracias al ganadero y a los toreros por semejante espectáculo.