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Ya tenemos contado de años anteriores lo agradable de la excursión a Córdoba en AVE para ir a los toros. El sábado aún más placentera porque acompañaba la temperatura, las expectativas que había levantado el cartel y la buena compañía de familiares y amigos. Además en Córdoba nos atienden otros familiares y vemos a los amigos locales.
Intentar contarles de lo de Morante en Córdoba va a ser difícil. Para los que estuvimos es y será una de esas tardes que recordaremos y contaremos, ya exageradamente, el resto de nuestros años. Para los que no estuvieron pueden imaginarse al mejor Morante que hayan visto, incluso al que les gustaría ver, pues aún más puro estuvo, y esta vez con la muleta.
Si ya en su primero nos había entusiasmado con su toreo único en su segundo toreó muy de verdad, enganchando por naturales a un toro, con cierto genio, muy por delante, pasándoselo a milímetros de la pañoleta que lleva por faja y llevándolo muy toreado. Dio algunos pases de verdadera categoría como un cambio de mano con un natural de 180 grados inesperado que se puede asimilar a la histórica media que dio en Sevilla. La muerte de segundo de una media estocada perfecta, en el mismo hoyo de las agujas, no dejando acercarse a los peones y cayendo el toro sin puntilla a sus pies, fue el broche de oro de una actuación desmesurada. Cuatro orejas y un rabo en plaza de primera lo dicen todo.
El nuevo Finito estuvo muy dispuesto. A su primero lo recibió de una larga cambiada mientras sus paisanos se frotaban los ojos. Después compuso una faena con gusto. Manzanares sorteó dos toros sin fuelle ni fuerza. El ganado, justo de presentación y de fuerzas, con tres toros muy nobles.
Si a la ida los excursionistas sevillanos nos vamos desparramando en distintos AVES en función de si se almuerza en Córdoba o no, a la vuelta concurrimos en el mismo. La prensa local comentando las incidencias y los aficionados locos de contento dándonos abrazos. Hasta alguna lágrima vimos. El AVE de vuelta es de Morante ¡AVE Morante! Califa de la Puebla.