El invierno taurino no suele ser generoso en noticias sobre la conformación de los carteles de la próxima temporada. Pero este año es algo distinto, por ver si se mantiene o no el veto de cinco toreros a la empresa de Sevilla, sin que hayan cambiado las circunstancias que lo motivaron.
De momento, lo primero que se ha desvelado es la reaparición extraordinaria de Eduardo Dávila Miura, para conmemorar la efeméride de los 75 años continuados de la presencia del hierro de Miura en el abono sevillano. Eduardo es un diestro muy querido por la afición, porque, entre otras cosas, lucía a los toros y procuraba hacer el toreo clásico. Su actividad después de retirarse, con la idea y promoción de los aficionados prácticos, ha hecho que su reaparición sea un gran aliciente del abono. Me alegra ver que en los últimos tres años, la corrida de Miura ha sido de las de más expectación (Juli, Domingo de Resurrección y ahora Eduardo).
Volviendo al tema de los cinco toreros que introducía, llaman la atención las declaraciones de Morante de la Puebla el sábado en TVE, que recogía ayer el digital de ABC de Sevilla, en un artículo que les dejo enlazado con el titular de “Morante a la empresa Pagés: Vamos a pedirnos disculpas y a hacer las cosas bien”. Aunque después de su lectura parece que quien tiene que pedir primero disculpas es la empresa. Sea primero, segundo o “a la misma vez” que diría mi expresidente, echo de menos que nadie se acuerde de pedir perdón a los abonados y aficionados. Es que ni para esto se acuerdan de nosotros. A lo mejor, si se acuerdan, y nos piden que les disculpemos por no haber querido venir el año pasado, veremos cuántos las aceptan y vuelven a abonarse. Veremos. Porque el abonado que abandonó el año pasado es posible que no vuelva, y prefiera sacar las entradas sueltas de los (pocos) festejos que le interesen, ahora que hay sitio de sobra en la plaza.
Del ninguneo de los aficionados, hablábamos ayer en el Programa “Tendido 5” de Radio Sant Boi de Barcelona (que también les dejo enlazado), cuando al comentario de que teníamos mucho que aprender en este aspecto (y en otros muchos) de Francia, cuestioné que cuántas empresas en España pedían la opinión de sus aficionados para confeccionar los carteles. La respuesta fue ninguna. Con eso queda demostrada la fractura que se produce entre los profesionales y los aficionados en esto del Toro.