Ya saben los que me hayan leído alguna vez, que si hay una ganadería que admiro es la de Miura, a cuyos ganaderos respeto profundamente hasta casi la reverencia. Pero después de ver corridones de toros como los de Castellón o Sanlúcar de Barrameda, esperábamos otra cosa hoy, y la presentación de la corrida de Miura nos ha defraudado. Soy de la opinión, y que me perdonen las corrientes cuatreñas, que Miura en Sevilla debería lidiar cinqueños, tal y como tienen conformadas las camadas actuales. Esos cuatreños que se han lidiado hoy carecían de remate, aunque pesaran lo que pesaran. Hemos echado de menos esos toros que asustaban de salida por su presencia de estampa antigua. Del juego, como dicen los ganaderos, cada uno sale como quiere, ahí no entramos.
Después, su desarrollo ha sido interesante. Morante estrenaba en Sevilla su cuarto terno, esta vez un precioso tabaco bordado en blanco que remataba con medias blancas. Con su primer miura estuvo muy torero, sobre todo en los comienzos y remates de sus series. Morante es ahora mismo la referencia del escalafón y no defraudó. Su segundo miura se devolvió por cojera y salió un sobrero de Virgen María con el que Morante estuvo otra vez en torero y muy por encima de él. Cuando el público empezó a pedirle la oreja Morante nos indicó que no la pidiéramos. Debió pensar, yo he venido hoy a cortarle las orejas a un miura y este no lo era. Un detalle que demuestra la dimensión de este Torero con mayúsculas, que se negó incluso a dar la vuelta al ruedo pedida insistentemente.
El segundo miura fue noble de premio de la Feria. Escribano, como siempre muy animoso, estuvo bien con él. Le pedimos una oreja y cuando nos dimos cuenta le habían dado las dos. De verdad, ni yo ni muchos de los que estaban a nuestro alrededor nos habíamos enterado de la concesión de la primera. El presidente debió de ser excesivamente rápido en sacar y esconder el primer pañuelo, pero seguro que es culpa nuestra. Su segundo fue ya un miura de los que se enteraba dónde estaba todo.
Pepe Moral no ha tenido su tarde. Su primero tenía embestidas francas, pero con la cara alta y la faena no tomó altura, y su segundo ya fue también de los listos de la camada que no se dejaba dar coba, pero vimos al torero algo apagado.
Ya sé que brutal no es un adjetivo muy taurino, pero es que se me viene a la cabeza para describir cómo ha estado Morante de la Puebla en su segundo toro. Los tres cambios de rodillas para recibirlo, despacio, erguido (de rodillas) y sin un tirón, ya valían las entradas no de la tarde, sino de toda la temporada. Morante ha querido resucitar suertes antiguas que estaban muertas y que no creímos nunca volver a ver. El galleo del Bú, de Gallito, y ahora este cambio de rodillas con el capote recogido y dado por bajo, del gran Rafael El Gallo, ejecutado con la tranquilidad del que toma café en su casa, ya merecían sacarlo a hombros.
Las verónicas que vinieron a continuación fueron inconmensurables. Con las zapatillas asentadas, moviendo los brazos y la cintura a compás, y con un empaque y sabor que sólo Morante es capaz de imprimir al toreo. La media fue un broche de oro de verdad de la buena. Sonó la música y la plaza ya era un gallinero. Pero es que después llevó al toro al caballo con un galleo cruzando los brazos que no habíamos visto nunca, ni en fotos antiguas. Ya estábamos muchos llorando de emoción.
El toro era algo tardo y con su chispa de peligro. Empezó con una serie de ayudados rodilla en tierra, de sabor añejo, que fue el aperitivo de la locura que vino después. Después Morante se jugó los muslos en cada pase sin trampa ni cartón. Faena larga de pase en pase, lo que admitía el toro y cada pase era mejor que el anterior y cada tanda mejor que la precedente, y la acabábamos todos en pie rompiéndonos las manos de aplaudir y frotándonos los ojos para quitarnos las lágrimas. En un pase quiso sacar la muleta por debajo del pitón para rematar a la antigua y el toro le echó mano, empitonándolo de forma que creíamos que lo había calado. Se levantó como si tal cosa y mató al toro de una estocada entre el delirio de los aficionados (menos del maestro de la banda que sigue sin enterarse de nada). Le pedimos las dos orejas y debimos pedirle el rabo. En ese momento debimos echarnos al ruedo y sacarlo a hombros.
La corrida empezó y acabó en ese toro.
PD. Si yo fuera la empresa abría las taquillas ahora mismo para la corrida de Miura con Morante llegar al 100% del aforo, ahora que se puede.
Casi dos años después de la última corrida de toros celebrada en La Maestranza de Sevilla hemos vuelto por fin a nuestra plaza de toros. Cartel de Domingo de Resurrección, y regreso peculiar por varias razones. Primero por la localidad. Perdida mi condición de abonado, la taquilla me ira llevando a su albedrío, de forma que esto ya no es “Desde el Tendido 2”, hoy es desde el 7 y mañana Dios dirá. Segundo por esto de la nueva normalidad con separación, mascarilla y gel. Lo bueno es que está uno más cómodo sin sentir las rodillas del de atrás en las espaldas. Y finalmente por las fechas. Que el Domingo de Resurrección caiga en el tercer sábado de septiembre es tan raro como que los Carnavales de Cádiz se vayan a celebrar en junio.
Pero vamos a los toros. Después de la temporada que está echando, la expectación por ver a Morante de la Puebla era máxima y ayudado por el tirón de Roca Rey y Pablo Aguado se puso el “No hay billetes” (dentro del aforo permitido que hay que apostillar ahora). La corrida de Victoriano del Río y Toros de Cortés ha sido muy desigual de presentación y comportamiento. Algunos imposibles como el primero, otros descastados o distraídos y otro con motor y trasmisión como el 6º, ofensiva por delante, eso sí.
Morante, que estrenaba un vestido negro y oro espectacular por original, estuvo en artista en su segundo. A los sones de “Suspiros de España” compuso una faena de detalles gallistas. En un enganchón paró la música lo que soliviantó al público y al torero. Con eso, que no es poco, nos tuvimos que conformar en esta primera comparecencia del genio de la Puebla. Esperaremos.
Roca Rey pisa el acelerador desde que sale del hotel. Su primero fue un buen toro, aplaudido en el arrastre, y le sacó hasta el último pase en una faena muy ajulianada, de mucho poder. Después de pinchar al primer intento le dieron una oreja. En su segundo se comió al toro, que tenía peligro por sus embestidas distraídas y sin humillar. Empezó de rodillas y siguió sin enmendarse ni una solo vez en toda la faena. Le pidieron la oreja, pero esta vez el presidente no cedió.
Pablo Aguado ha venido mermado por una lesión de rodilla decían. Ya durante la lidia del primer toro vimos preocupados como se metía en la enfermería casi antes de pisar el ruedo. Su primero no se empleó y la faena no tomó altura. Su segundo tenía casta y motor y hubiera necesitado al torero en plenitud de facultades. También lo esperamos y deseamos una total recuperación de la rodilla.
En estos tiempos de amargura, inseguridades y angustias que nos está tocando vivir, nos cuesta mucho concentrarnos en las cuestiones relacionadas con el ocio y el entretenimiento. Así, en las conversaciones entre aficionados se habla de todo menos de toros.
Primera cuestión: ¿Habrá toros en primavera en Sevilla?
La respuesta mayoritaria es que no. Basándose en los acuerdos de la Asociación Nacional de Empresarios Taurinos (ANOET), la empresa de Sevilla puso como condición poder llegar al 50% del aforo de la plaza de toros para poder dar espectáculos. Actualmente en Andalucía rige la norma de una distancia de metro y medio entre asistentes. En La Maestranza, para poder cumplir estas condiciones, sería acomodarnos en una fila sí y otra no, y dejar no menos de tres sitios de distancia entre asistentes. Estamos hablando del 12,50% del aforo, muy lejos del 50% que exige la empresa. Ésta ha puesto en marcha toda la maquinaria de la temporada, taquillas, abono, entradas, campaña de publicidad, etc., avisando a sus abonados que lo perderán si no lo renuevan, o sea que han tenido que empezar a pagar ya.
La evolución de la pandemia, las olas que no cesan y las vacunas que no llegan, no nos hacen ser optimistas para que el día 18 de abril, a menos de un mes, cambien tanto las cosas como para que podamos estar codo con codo en la plaza de toro. Y digo codo con codo porque el 50% en La Maestranza es tener a cuatro personas pegadas, aunque sea en diagonal. Con el Covid19 estamos tan acostumbrados a no recibir buenas noticias, que la percepción general es que no habrá toros en primavera en Sevilla.
Segunda cuestión: ¿Qué pasa entre los maestrantes y la empresa?
Los maestrantes siempre habían tenido una política de comunicación discreta, casi nula podríamos decir. Poca gente fuera de Sevilla sabe la ingente obra social, cultural y de mecenazgo que hacen. Últimamente esto está cambiando. D. Luis Manuel Halcón, diputado de plaza de la junta de gobierno de la Real Maestranza, ha concedido una serie de entrevistas tanto en medios locales, en los que dejaba entrever cierto malestar con la empresa. Pero ha sido en la entrevista publicada en El País por el periodista Antonio Lorca, en la que claramente los maestrantes se han manifestado dolidos por un pleito interpuesto por la Empresa Pagés, por el que les piden seis millones de euros, por cuestiones de interpretación del IVA del canon del contrato de la plaza de toros. Afirma el Sr. Halcón que muy pocos maestrantes entienden que después de esto se pueda mantener una relación cordial con la empresa, llegando a abrir la puerta a otros modelos de gestión cuando acabe el actual contrato en 2025, por la “experiencia tan dura con una familia que nos ha demandado”. Según las cuentas anuales de la sociedad Sevilla Pagés, S.L., depositadas en el Registro Mercantil, el cash flow generado en los ejercicios 2018 y 2019, se aproxima a los dos millones de euros, por lo que el negocio no parece ir mal.
Es la primera vez que leo a los maestrantes expresarse en estos términos tan claros. Varias generaciones de aficionados sólo hemos conocido la gestión de la empresa Pagés en Sevilla, y cuando ya pensábamos que no veríamos otra, se abren otras expectativas. La pandemia está cambiando todo.
Tercera cuestión, por fin: ¿Qué nos parece el abono?
Es un abono especial por las circunstancias del Covid-19. Reducido en comparación a los de los últimos años. De 15 corridas de toros, una de rejones y 7 novilladas del fallido abono de 2020, pasamos a 11, 1 y 2, respectivamente, 9 festejos menos. Además, no empieza en el tradicional Dominado de Resurrección. Se programan sólo 10 festejos en primavera y 4 en septiembre.
De los toros y toreros, más de lo mismo, pero más concentrado aún. De las 11 corridas de toros, todos del encaste mayoritario, menos Miura y Victorino, con el agravante de que, a pesar del reducido número de festejos, dos hierros, Juan Pedro Domecq y Garcigrande, hacen doblete. Supongo que la concentración de figuras y sus exigencias habrán llevado a la empresa a semejante decisión.
De los toreros también más de lo mismo, con poca variedad y menos sorpresas agradables. Sólo la inclusión de Juan Ortega tres tardes y el anuncio de Morante de la Puebla con Miura llaman agradablemente la atención. Eso sí, son todos los que están. Cuatro tardes tiene Morante, tres Roca Rey, Pablo Aguado, Manzanares y el ciato Juan Ortega y dos El Juli, Perera Urdiales, Luque y Ferrera. Con 16 nombres se copan los 33 puestos posibles. Es lo que hay.
Hemos tenido que esperar hasta el 12 de octubre para ver el primer festejo, y parece que será el único, en una plaza de primera. Vaya por delante nuestra felicitación a la empresa “Lances del futuro” por haber arriesgado donde nadie lo ha hecho. Y la felicitamos también por la magnífica organización. Desde la entrada, con toma de temperatura y gel obligatorio, todos los asientos separados según las distancias de seguridad, y gran cantidad de acomodadores, personal de seguridad y policía, que llamaban la atención de cualquiera que se quisiera sentar donde no debía, o se bajara la mascarilla. Además, por megafonía en cada toro nos recordaban las normas. Perfecto.
Morante de la Puebla, ha estado por encima de sus tres toros, muy valiente y decidido toda la tarde, y toreando como sólo él puede hacerlo. Su primero no quiso embestir desde el primer lance, se paró y escarbó con el capote, y en la muleta dejó 200 y 300 cabezazos. A pesar de estas condiciones Morante estuvo queriendo agradar, y muy por encima del toro. Su segundo fue incierto y peligroso, un cinqueño con unas embestidas muy irregulares. Morante estuvo muy valiente con él y le compuso una faena de mucho mérito.
Pero lo mejor vino en el quinto, el único toro potable de una descastada corrida de Jandilla. Una faena torerísima, llena de detalles artísticos. Faena ligada y exponiendo, con el público y el torero entregados. Las manoletinas de remate, homenaje a “Manolete” en su córdoba natal, resultaron antológicas. Toda la faena tuvo el empaque y la reunión de toreo grande. Lástima que nos pinchazos se llevaran las orejas, pero no se podrán llevar nuestros recuerdos.
Mención aparte merece el toreo de capa. Morante de la Puebla y Juan Ortega son, probablemente, los dos mejores matadores que interpretan el toreo a la verónica en la actualidad. Las hemos visto, y muy buenas. Quizás sueltas, sin rematar una serie completa, pero de esas que te levantan del asiento. También hemos visto chicuelinas, con esa gracia que las hace Morante, varios quites y alguna réplica.
Juan Ortega no ha tenido su tarde. Su primero era muy sosito en la muleta, con la cara alta. Faena sin rematar, eso sí, con varios naturales de categoría. La espada se le fue a los bajos. El 4º lo brindó al público y suponemos que algo le vería, pero se dobló con él al inicio de faena y ya se le puso imposible. Ni un pase. El último manseó ya de salida y se pasó toda la faena de muleta queriéndose rajar. El torero tampoco le encontró solución. Mala en conjunto la corrida de Jandilla.
Nos quedamos con los argumentos de Morante de la Puebla. Sus ganas, su disposición, su valor, su torería, y las condiciones únicas que atesora. En resumen, Morante ha toreado.
De todos es sabida la admiración que “Morante de la Puebla” siente por “Gallito”, del que ha desempolvado suertes que no creíamos que fuéramos a ver nunca, como El Galleo del Bú, que hizo en la mismísima Maestranza de Sevilla (sólo por esto ya le estamos eternamente agradecidos), o más recientemente el cambio de rodillas con el capote cogido por la esclavina, que recientemente hizo en América.
Morante, cuando tuvo ocasión, se hizo con parte del despacho de Joselito “El Gallo”, que cuida en su casa de La Puebla del Río. Hace algo más de tres años tuve la suerte de compartir con ustedes, cómo su amigo, el aficionado Juan López, le regalaba el biombo del despacho de Joselito, una de las pocas cosas que quedaban aún disponibles después de la muerte de mi tía Piruja Sánchez-Mejías. Les dejo enlazado el artículo que escribí para la ocasión.
Otro de los objetos propiedad original de “Gallito”, era un brasero de salón, del mismo lote que el biombo, y que se quedó el hijo de Juan López, mi amigo Aurelio, también gran admirador de la figura de Joselito “El Gallo”. Desgraciadamente, Juan falleció hace dos años, pero siempre le dijo al hijo que quien debía de tener el histórico brasero era Morante. El sábado, aprovechando las fiestas de San Sebastián y los actos taurinos que organiza el torero en su pueblo, Aurelio quiso darle la sorpresa y le regaló el precioso brasero que perteneció a Joselito “El Gallo”.
Tuve la suerte de estar presente y explicar cómo veía este brasero en Pino Montano, mientras Aurelio le contaba al maestro la génesis de este regalo y el recuerdo de su padre, que de admirador se convirtió en amigo de Morante, tanto que hay una foto juntos en su casa de La Puebla. El brasero, restaurado por Aurelio, ha quedado de maravilla, con sus adornos de cobre, que espero que Morante disfrute como merece.
Mención aparte merecen los actos taurinos organizados por Morante en La Puebla. Es de aplaudir la dedicación y el mimo con que todo está preparado y la magnífica organización y colaboración de todas las personas las entidades. El encierro y la novillada sin caballos, un completo éxito. Y la repercusión turística de todos los actos va a más cada año. Mis felicitaciones a todos los implicados.
El festival taurino a beneficio de la asistencia social de las hermandades del Baratillo y la Esperanza de Triana, ha sido un éxito de público, con lleno en la plaza de toros de La Maestranza. Organizar un festival en Sevilla en esta fecha no es nada fácil, por ello queremos felicitar a todos sus responsables, en la figura del Sr. Moeckel y a todos los aficionados taurinos por el apoyo prestado. Antes de romper el paseíllo, y por el Día de Hispanidad, se escuchó el Himno Nacional con el público puesto en pie.
Los toros de Cuvillo han mostrado distintas características y posibilidades, destacando el noble segundo y con más carbón tercero y cuarto. Morante sorteó (porque hubo sorteo) un primero basto y remiso. Apuntó detalles del empaque y la torería que atesora, pero no disparó. Estocada, ovación y saludos. El noble segundo se desplazaba con clase, pero Perera le hizo su faena encimista acortando los viajes. Estocada trasera y dos orejas. El toro fue ovacionado en el arrastre. Es tercero, para Cayetano salió encastado y respondón. Faena muy del torero, rematada con un espadazo que necesitó descabello. Ovación y saludos. Pablo Aguado fue obligado a salir a saludar al tercio antes de que su toro saliera de chiqueros, cosa rara. Pareció que el público le decía, “hemos venido a verte”. Dejó patente su personalidad, con unas verónicas de lujo y unos naturales suaves, pero la cosa no acabó de romper y la gente terminó algo decepcionada. Estocada baja, ovación y saludos. Se estrenó su pasodoble. Un poco raro me pareció, pero no me hagan caso, que no tengo oído musical.
El novillero Jaime González-Écija, lidió un novillo de López Gibaja. Estuvo muy voluntarioso, pero alargó en demasía el trasteo. Estocada corta, petición y vuelta
Abrió plaza el rejoneador Diego Ventura, pero si poco sé de toros, de rejoneo sé menos, ni siquiera para opinar.
A la última corrida de toros de la temporada sevillana acudimos con la misma ilusión que a la primera. Los aficionados somos “inasequibles al desaliento”, y de eso se aprovechan los taurinos. Pero nuestro gozo en un pozo, fracaso total. Los toros de Daniel Ruiz, algunos destartalados, sin cuello, sin casta ni raza y alguno manso, se cargaron el festejo. Sólo el lote de Ángel Jiménez, primero y último, tuvieron posibilidades. El medio, el vacío total.
Morante de la Pueblo, vestía un terno celeste y azabache, inspirado en los de Joselito El Gallo. Como casi toda la temporada, tuvo mala suerte en el sorteo. Esto de la eterna mala suerte de Morante es algo estadísticamente injustificable, de modo que habrá que buscarle otras razones, como que obliga mucho a los toros con el capote. Pero esta tarde nada, eran malos per se. Su primero se quedaba corto y era soso. Algún detalle torero en la faena, pinchazo y estocada corta. Su segundo imposible. “Importante” se llamaba, pero lo que tenía importante era su mansedumbre, descastado y sin fuerzas. Desesperante. Morante le hizo lo que se merecía, la faena del sanseacabó, dos pases y a matar.
El tercero pegaba cabezazos y tenía las fuerzas justas. Tan malo fue que no le sirvió ni a un torero tan poderoso como El Juli. El quinto desarrolló sentido, también sin fuerzas ni recorrido. Una prenda. Después de entrar a matar le echó mano al torero, prendiéndolo por el glúteo de fea manera. Menos mal que la cosa no pasó del susto y de una pequeña herida en la frente. Al terminar el festejo pasó a la enfermería. Esperemos que no sea nada.
Como decía, el lote se lo llevó Ángel Jiménez. El de su alternativa le enganchó mucho la muleta en la primera parte de la faena, que fue a más. Le tocaron la música en la séptima tanda. Pinchazo y estocada baja, leve petición y vuelta. El en último, ya con la gente deprimida, salió a por todas, y se fue a porta gayola. La faena fue algo forzada. Mató de estocada trasera y tendida y el toro tardó en caer cinco minutos, con aviso incluido. Le dieron una oreja que no nos hizo olvidar el fracaso de la tarde.
La tarde era a priori de Ponce por su reaparición tras la lesión de rodilla. El público cariñoso con él, le hizo saludar al romper el paseo. Antes primera cosa rara. Los toreros se paran como para un minuto de silencio, nos ponemos en pie, y por los micrófonos lanzan una especie de soflama en favor de la Fiesta de la que no se entera nadie. Aplausos y vivas.
Magnífica entrada en El Puerto, con lleno en el sol y casi lleno en la sobra. Vaya por delante que Juan Pedro ha echado una buena corrida de toros, con la excepción del manso quinto y del remiso segundo, los demás bravos, con fijeza y duración y alguno con el carbón necesario para apreciar el mérito de los toreros.
El primero de Ponce empujó de bravo en el puyazo que tomó y aguantó una larga y técnica faena, que estropeó de un infame bajonazo entrando en la suerte contraria. Durante esta faena sonó, a petición del torero, la banda sonora de la película La Misión, un de las cumbres de Morricone, dicen los entendidos. Pero que estará muy bien para la butaca y espectáculo del cine no para una faena de muleta, ya que con su tristeza estuvo a punto de estropearla. Pero no contento con esto, en su segundo hizo sonar el Concierto de Aranjuez del Maestro Rodrigo. Ni esto, ni la forma tan descarada de forzar el indulto pueden tapar la rotunda faena de Ponce, que toreó a placer el magnífico juanpedro. Ponce desatado como nunca. Como al toro apenas si lo picaron, porque en el único puyacito le cogió los pechos al caballo y ahí se acabó la suerte de varas, no podemos decir que el indulto sea merecido. Esta moda de echar a los públicos encima de los presidentes no me gusta.
El capote de Morante quedó inédito en el segundo. El toro fue remiso y algo enterado, pero Morante le buscó las vueltas y acabó haciendo una faena meritoria con dos o tres detalles de toreo caro en los remates. Pinchó. El quinto fue manso. Entró cuatro o cinco veces al caballo y de todas salió huyendo al sentir la puya. Morante abrevió, tres machetazos y sanseacabó. Mala suerte. Tendrá que ser a la próxima.
Manzanares dejo sin picar, literalmente, al tercero. Derribó por los pechos al caballo antes de que le metieran las cuerdas, y pidió el cambio. Ni sangre tenia. En la faena, marca de la casa, se le subió a las barbas por el izquierdo, porque el toro fue encastado. Estoconazo de los suyos y oreja. En la faena a su segundo sonó Orobroy de Dorantes, la música del programa Tendido Cero, pero no se crean, con su teclado y sus palmeros y todo. Lo dicho, un espectáculo taurino musical. Otra faena de su estilo, bajonazo al encuentro y otra oreja para salir a hombros con Ponce en medio de una pandilla de niños y jóvenes. Buen broche de oro.
Hasta ahora habíamos visto festejos donde los toreros llevaban sus toros debajo del brazo, pero es que ahora llevan las partituras, y bien raras, por cierto. Deben ser los nuevos tiempos. Para una plaza de toros prefiero pasodobles como “Gallito” y “Manolete” y si me apuran hasta el infame “Paquito el Chocolatero”, pero no esta música de culto. Así van a acabar por incluir las piezas musicales en los programas de mano.
Venían pasando cosas muy interesantes en esta Feria, la Puerta del Príncipe de El Juli, el casi rabo de Roca Rey, una magnifica corrida de Salvador Domecq, pero Pablo Aguado ha borrado todo lo anterior de un plumazo. Una actuación rotunda, secundada por un público entregado y rubricada con cuatro orejas, salida multitudinaria por la Puerta del Príncipe y triunfador de la feria. Ahí en nada.
Pablo Aguado es un torero clásico, y para ser clásico hay que empezar por los trastos. Capote pequeño de mucho vuelo que recuerda al de Curro, y lo ha manejado de forma primorosa toda la tarde. Ha dado en su segundo dos verónicas largas y profundas que nos han levantado de los asientos. Su primera faena fue rotunda, redonda, corta y medida. Llena de torería, gusto y arte a un noble Jandilla. Un faenón sin tener que dar cien muletazos. Estocada y dos orejas de mucho peso. Su segundo, más encastado y con algo de genio, trasmitía mucho. De nuevo faena serena, valiente y ligada. Otra estocada y otras dos orejas, que esperemos que refrende en Madrid y le ayuden a subirse al carro de las figuras, necesitamos toreros así. Desde que lo vimos debutar sin caballos, este torero apuntaba cosas distintas, pero ya evolucionado, está en el momento de dar el salto. Sevilla tiene un torero.
Roca Rey venía a por todas. Se ve que quería hacer las cosas despacio, hasta el paseíllo, en el que llegó casi con su cuadrilla. También se fue a porta gayola en su primero muy despacio. El recibo de este toro fue emocionante, con otras tres largas en el tercio y dos faroles de rodillas que hicieron saltar la música. Noble, pero sin fuerzas su primero, destacó la conexión del torero con el público, que, con ganas de triunfo, hizo que le dieran una oreja. Su segundo fue más deslucido, echando la cara arriba y saliéndose de la suerte. Roca lo exprimió hasta el último pase y lo pinchó.
Morante venía con ganas. Con al capote ha toreado como solo él sabe hacerlo. Su primero fue un toro acobardado al que acabó matando en chiqueros. Faena muy trabajada intentando agradar. En su segundo vimos la versión de Morante en valiente, ante otro toro algo incierto. Había más ganas que toro. El recibo con las dos rodillas en tierra ya dijo mucho de sus intenciones. Se tiró a matar como nunca vimos a Morante. Una oreja. Pero lo mejor vino en el quite del sexto. Morante le hizo el Galleo del Bú, con lo que nos transportó al cielo directamente.
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