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Morante, del todo a la nada

Alguien, que supiera de toros, debería de explicarnos esto de que siempre le toquen a Morante los dos peores toros es simplemente capricho de los sorteos o es que hay algo más, porque he oído versiones de que somete y exige mucho a los toros con el capote o que les puede tanto en las aperturas de las faenas de muleta que los desengaña. Yo, que no sé de toros, me decanto por la suerte. Uno que es supersticioso.

Su primero de El Freixo no valía gran cosa, poca fuerza y mucho derrote. Pero Morante lo quitó por verónicas de esas que no se olvidan. Empezó la faena de forma genial con esas formas genuflexas, enroscándose al toro, que te hacen ponerte en pie. El resto de la faena no cogió demasiados vuelos por lo remiso del toro a embestir, y sólo tuvo altura cuando conseguía que no se le parara. Su segundo fue un bruto de Jandilla que salió dando cabezazos y desentendiéndose con la cara siempre por las nubes y peligroso por incierto. Le duró a Morante dos muletazos y un bajonazo en el sitio. La bronca del desencanto estaba servida.

El primero de Manzanares era un terciado toro de El Freixo tan impropio para esta plaza que hasta el amable público de El Puerto lo pitó tímidamente de salida. El torero, en otra plaza donde lo miman, hizo una de las faenas a la que nos tiene acostumbrado últimamente, despegado y en diagonal. Estocada trasera y oreja. Su segundo, de Jandilla, fue el paradigma del toro moderno. Manso de salida, le pegó dos coces al peto en el primer encuentro y al primer pase de muleta se fue huyendo desde los terrenos de la presidencia hasta chiqueros, pero después embistió como si fuera un carretón llevado por un atleta. Fijo, largo, obediente, con transmisión y hasta con emoción. Manzanares estuvo muy centrado con él y firmó su mejor faena de la temporada, y me atrevo a decir de los últimos años, destacó en los cambios de mano y los pases de pecho. Toreó hasta por la espalda. Estocada y dos orejas.

La naturalidad del toreo de Pablo Aguado entra por los ojos. Con unos trastos pequeños lleva a los toros con una delicadeza y una suavidad que parece imposible, pero sus faenas no acaban de ser rotundas. Parece que requiere de demasiada preparación entre series o entre pases, y se pierde la unidad de la misma. Aun así, superó a dos toros y cortó una oreja a cada uno de ellos después de matarlos de sendas estocadas a ley, la primera magnífica.

Muy buena entrada, empezamos con tres cuartos largos y acabamos con casi lleno, porque aquí, como en todos sitios, la gente llega con retraso a los toros por muy tarde que empiece la corrida, 20 horas en este caso. Lo del trasiego constante de destilados ya lo hablamos otro día. Dos toreros a hombros en noche cerrada, con casi tres horas de festejo.

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La sonrisa de Morante

Vimos en El Puerto a José Antonio Morante de la Puebla afortunadamente recuperado. Esa sonrisa con que recibió la oreja del cuarto era la sonrisa de todos sus partidarios y nos decía que se había recuperado el hombre, que se había recuperado el artista y que se había recuperado el torero.

Morante iba vestido de categoría con un traje sangre de toro e hilo blanco con medias blancas, y dentro de la magnífica corrida de Núñez del Cuvillo, pechó con el peor lote, como casi siempre. Su primero era un toro “regordío” y muy remiso a embestir, pero Morante a base de porfiarle le sacó una faena de las suyas, torera y artista, donde destacaron unos naturales prodigiosos llevando al toro pegado a la muleta y a la cintura. Ahí vimos que se había recuperado el artista. El toro se llevó una buena pitada en el arrastre. En su segundo impartió una clase magistral de toreo a la verónica, profundas y obligando mucho al toro, quizás por quebrantarlos tanto con la capa llegan algo remisos a la muleta. La faena fue de mucho mérito a un toro que se puso muy exigente y al que hubo de exponerle mucho. Ahí vimos que se había recuperado el torero. Lo mató de un estoconazo arriba del que el toro salió sin puntilla. Oreja y sonrisa.

El primer toro de Roca fue magnífico. Bravo, noble y obediente, pero en este tipo de toro Roca no destaca. Su toreo fundamental es demasiado rectilíneo como para emocionar. Buena estocada entrando a matar despacio, oreja y ovación al toro en el arrastre. El quinto ya era otra cosa, era ya más el toro de Roca, que está mejor con el toro malo que con el bueno, no es que este fuera malo, pero no era el bravo segundo. Primera tanda de muleta con las dos rodillas en tierra y sin moverse. Si el toro se le cruzaba se lo sacaba por detrás y si no por delante. Faena de las suyas encimista y de valor. Bajonazo, dos orejas, salida a hombros y con 14 policías protegiendo la camioneta para que se fuera como el presidente del gobierno.

El primero de Ginés Marín también fue un gran toro, aplaudido en el arrastre. Cuando el torero le daba distancia iba largo y con celo. El torero quiso empezar la faena en los terrenos de chiqueros, pero cuando salió de allí le compuso una faena artística. Estocada, aviso y oreja. Su segundo lo toreó en terrenos del sol, ya a las 10:30 de la noche se estaba bien, empezando con su estilo artista y acabando en los arrimones modernos. Pinchó, el único pinchazo de la tarde noche.

Magnifico ambiente de corrida grande con los tendidos llenos como hacía tiempo que yo no veía en esta enorme plaza. En todas las faenas tocaron la música a cargo de esa gran banda del maestro Dueñas que suena tan bien cuando toca pasodobles clásicos y tan fuerte cuando parecen marchas de entrada en la Campana. Por cierto, Curro Javier puso dos pares dejándose llegar al toro a la barriga, que hizo sonar la música.

El sábado otra cita con Morante, en el mismo sitio y a la misma hora. Ya sabiendo que está recuperado el hombre iremos mucho más ilusionados, porque el artista siempre estuvo.

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Irregular y descastado encierro de Alcurrucén

Es una obviedad decir que el resultado de una corrida de toros depende de la condición de los toros que se lidien. El encierro de Alcurrucén fue descastado y de un comportamiento irregular, donde igual se tragaban con nobleza dos pases, otros dos descompuestos o no querían embestir. Así era imposible cualquier lucimiento.

Morante de la Puebla no ha tenido la fortuna de que le toque un toro con posibilidades en toda la Feria, y yo veo al torero dispuesto, con torería en todo lo que hace, pero sin posibilidades. Su primero tenía poca fuerza y el poco fuelle que le quedaba se lo quitaron en un segundo puyazo excesivo. Su segundo toro tuvo un poquito más de ganas dentro de su irregularidad. Pero los diez pases que tenia se los sacó Morante con su torería y de por sí, valieron la tarde.

Castella compuso a su primero una faena irregular, como el toro, a los sones del pasodoble “Juncal”, que a la postre fue lo mejor de la faena. Mató de una estocada baja y hasta le pidieron la oreja no concedida. En su segundo vimos la muestra de la pérdida de aficionados y la afluencia de público, y de turistas (llamemos turistas en este contexto a los que no saben nada de toros como los cuatro señores que teníamos delante en el 4, que era la primera corrida de todos que presenciaban en su vida). El toro salió suelto en el capote, como casi todos lo de Núñez, cuando se le exigía arrastraba algo los cuartos traseros, pero después galopaba alegremente alejándose de los piqueros porque no quería pelea con ellos. Pues el público y los turistas quería que lo “descambiaran” por manso y porque “no servía”. La degeneración de La Maestranza tiene estas consecuencias. Sin embargo en la muleta arranco a embestir con nobleza, siendo el mejor de la tarde. Menos mal que no lo descambiaron. Castella le compuso una faena inteligente, de exposición y tan larga que ni la música puso acortar.

Tomás Rufo no podido hacer casi nada. Si sus propios apoderados, que se supone que para Sevilla van a traerle lo mejor que tienen, lidian esto, su frustración tiene que ser que comprensible. Conste que la corrida ha estado muy bien presentada, con toros muy armónicos y serios, pero el juego ha sido otra cosa. A su primero le dio los pases que ni el toro ni el público quería y el sexto era un mulo que no quería embestir.

Y otro “No hay billetes”

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Limpieza de corrales

Hay diferencia entre una corrida variada y otra desigual. Cuando un aficionado te dice que la corrida ha sido variada entendemos que ha habido de todo, entre lo bueno y lo malo, pero cuando te dice que ha sido desigual entendemos que ha estado entre malo y lo peor. Pues la de ayer además de desigual fue una limpieza de corrales. No se puede venir a la Feria de Sevilla, en farolillos en día de no hay billetes, con toros que han ido desde cinqueños largos a cuatreños muy cortos, y con unas hechuras muy dispares. Una autentica limpieza de corrales. El comportamiento, además ha sido malo en general, desde los que no querían embestir, a los que lo hacían sin clase o mansos. Muy mal Garcigrande, Domingo Hernández Menos mal que Juan Ortega nos salvó la tarde en el último.

A Morante es un lujo verlo hasta con el toro malo, todo lo que hace está impregnado de su torería, aunque ayer poco de lucimiento pudo hacer. Luque está en un momento que les puede a todos los toros. Su primero se movía sin clase y su segundo fue manso, pero se agarró a él como a un clavo ardiendo, y base de pundonor fue sacándole los pases que el toro no quería. Con el público a favor le empezaron hasta a tocar la música de una banda muy predispuesta, menos mal que el torero la mandó callar, y siguió allí peleándose con el manso con sus “luquesinas” y todo. Estocada caía y una oreja.

Juan Ortega es un torero exquisito, al que algunos aficionados llaman de culto, pero que cuando torea poner de acuerdo a los cultos y a los incultos. Y es que torea muy despacio, hace que los toros le embistan a la velocidad requerida para que aquello de pueda paladear. Las tafalleras del quite al primer toro de Luque fueron un compendio de armonía y limpieza, y al último toro de la tarde, el único que embestía por derecho, le compuso una faena de esas que se quedan para el recuerdo a los sones de «Manolete». Con el toro embistiendo a la velocidad de los toros mexicanos, Juan lo llevó pegado a la muleta en una obra que iba a más en cada pase. Dos orejas muy merecidas.

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La dificultad de elegir toros de lidia

El año pasado la ganadería de Juan Pedro Domecq no lidió en Sevilla, fue castigada un año en la nevera, como dicen ahora, por su mala experiencia en el año anterior. Sin embargo, su temporada española de 2023 fue muy buena. Según he podido sacar de portaltaurino.net, lidió un festival (12 orejas y 3 rabos) y 14 corridas de toros, 4 de ellas con otras ganaderías y de concurso. Pues en estas corridas cortaron un total de 66 orejas y 2 rabos, incluyendo un indulto, con salida a hombros del mayoral, en Burgos. Estas corridas incluían plazas como Madrid (San Isidro y Beneficencia), Valencia (otras dos tardes), Bilbao o Zaragoza. Una media de 5 orejas por corrida, una magnífica temporada, sin duda.

Con estos antecedentes es comprensible que las figuras pidan una corrida de JP para Sevilla y que el empresario le levantara el castigo. Pero ahí viene la paradoja dificultad del toro de lidia, la corrida fue de petardo gordo. Toros sin casta, mansos, sosos, como para mandarla otro año a la nevera. Con las magníficas corridas de toros de Santiago Domecq y El Parralejo de los dos días anteriores, la afición se preguntaba por qué las figuras no piden estos toros en vez de los JP. La respuesta ya la hemos dado, 5 orejas de media por corrida en 2023 lo explican ¿Quién se equivocó ayer entonces, los apoderados, los toreros, los veedores, los asesores artísticos, la empresa, el ganadero, el público que llenó la plaza, Onetoro que la televisó?. Pues vaya usted a saber, salvando al público y a los televidentes que son los que mantienen el tinglado este, suponemos que todos tiene su parte de culpa, personalizados en el ganadero, por no decir en los toros. Ayer se lidiaron toros cuatreños muy cortos, algunos de ellos muy justitos para Sevilla, y se echaron para atrás cinco toros en el reconocimiento. Igual se quedaron en el campo los de las cinco orejas. Nunca lo sabremos.

De la corrida poco que decir. Morante nos deleitó en su primero con su torería, y es que da gusto ver a Morante con el toro bueno, con el toro malo y casi sin toro. A este primero lo lidió como sólo él puede hacerlo, y si la espada no cae baja le hubieran dado la oreja, pedida de forma no mayoritaria. De los demás nada, un desfile de mansos descastados en los que Mazanares ni se puso y Pablo Aguado lo intentó dejando en los medios una verónica y una media para el recuerdo.

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Nelson no pudo con el Domingo de Resurrección

Nelson no pudo con el Domingo de Resurrección

La intensa y persistente borrasca Nelson que arruinó la mayoría de las procesiones casi arruina también el inicio de la temporada taurina en Sevilla. Las predicciones no daban agua a partir de las cinco de la tarde y eso hizo que los operarios quitaran la magnífica lona que protege el piso maestrante. Pero antes de las seis empezó a jarrear agua de manera inesperada y persistente, nos metimos en las naves de la plaza y a esperar que no fuera esta la primera corrida que se suspende desde que está la lona. Afortunadamente salió el sol, salieron los toreros, vieron que el piso plaza se podía arreglar, salieron los areneros con sus cargamentos de albero seco, y bien pasadas las siete pudo empezar la corrida. Aplauso a los operarios de la plaza y a la empresa que reforzó el servicio de areneros. Así, al arrastre de cada toro una legión de ellos se afanaba en poner aquello practicable.

La corrida de Matilla tuvo varios toros muy justitos de presentación como el chico y anovillado segundo y además estuvo muy baja de raza y de bravura, con algunos toros mansos. En general, muy deslucida. En sexto lugar salió el segundo sobrero sin que avisaran del por qué.

Morante de la Puebla estrenaba un precioso vestido grosella y oro inspirado en uno de Gallito, con cabezas de toro bordadas. Es de agradecer los guiños a lo clásico que hace este torero único. Morante exige mucho a sus toros, y desde el principio, y como los suyos tenían muy poco dentro no pudo estar todo lo bien que hubiera deseado y que hubiéremos deseado todos. Su primero no tenía ni fijeza ni recorrido y además lo estropearon más con una mala lidia. Sin embargo, después de torearlo de capa con la profundidad que le caracteriza, le monto una faena armoniosa. Es el único torero capaz de estar bien casi sin toro. Con su segundo era imposible hacer nada brillante, pero da gusto ver a Morante delante de los toros aun sabiendo que no puede estar bien.

Castella descubrió a tiempo el pitón izquierdo de su primero que se vino a más en la muleta. Le dio el presidente una oreja con una petición minoritaria pero muy chillona. Parece que los llamados chilladores de las cofradías se han incorporado a los toros, o venían más vociferantes con la espera en el ambigú de la plaza. Se ve que el listón de las orejas va estar bajo este año. Esperemos que no se endurezca para toreros de menos cartel y novilleros. Su segundo no quería embestir, y sin embargo Castella le dio cien pases de cualquier manera. Meritorio.

A Roca Rey hubo que esperarlo para que saliera a hacer el paseíllo, casi escuchamos el pasodoble entero antes de formarse los toreros. Faena pulcra a su primero, estocada y otra oreja con petición minoritaria de los mismos de antes y todavía más chillona. El sexto era un manso soso que Roca exprimió con su estilo. La estocada lo mejor de su actuación.

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Exposición «Al Toro»

Los amigos del Círculo Taurino Puerta Carmona me pidieron un colaboración para el catálogo de la exposición de pintura taurina, «Al Toro» que se puede ver en el «Espacio Sacáis», en la Plaza de la Alianza de Sevilla hasta el 22 de octubre. La exposición es a beneficio de la Residencia de San Juan de Dios en Sevilla.

Me pidieron que escribiera algo sobre Morante y las suertes antiguas, y me salió esto:

Morante y las suertes antiguas

José Antonio Morante es un estudioso de la historia del Toreo, sobre todo de la Edad de Oro del mismo, y más desde que disponemos de los videos de esa época. Por lo que hemos podido saber, el maestro lee lo que cae en sus manos sobre el toreo antiguo y le gusta estudiar las fotos y videos que le facilitan. Recuerdo que cuando le llevamos el libro “Plaza de Toros Monumental de Sevilla, la dignidad de un proyecto”, de los hermanos Fidel y Julio Carrasco y Carmen del Castillo, atendió nuestros comentarios con evidente interés, y tanto le gustó que aceptó la invitación para estar en la mesa de presentación del mismo en el Ateneo de Sevilla, que fue el día del centenario de la inauguración de esa plaza de toros. En el acto sorprendió a los asistentes, entre otras cosas, con una lección magistral de la percepción de los toros desde los tendidos. Disertó acerca de que Gallito era el gran maestro de la lidia completa, que necesitaba un espacio grande para poner en práctica su sabiduría sobre los terrenos y las querencias, sin embargo, Belmonte necesitaba un recinto pequeño porque era un torero más de cercanías que de lidia.

El segundo libro de estos autores “Dos temporadas y media, el triunfo de Joselito”, que, como su nombre indica, versa sobre los éxitos de Joselito en el tiempo en la que la plaza de toros Monumental de Sevilla estuvo operativa, se lo llevé al maestro con idea de presentárselo brevemente para que lo pudiera leer más tarde, pero estuvimos toda la tarde con el libro. Pasó hoja por hoja interesándose por todos los pormenores, fotos, carteles y crónicas del mismo, lo que demostraba su fascinación por todo lo referente a Gallito.

Esta atracción y el conocimiento adquirido de las suertes, lances y pases realizados al toro de entonces, los ha trasladado Morante al toreo actual, supongo que después de un arduo entrenamiento en tentaderos, lo que nos ha permitido a los aficionados conocer el torero de entonces reinterpretado. Por ejemplo, el toreo a la verónica de manos altas, del que algunos compañeros, menos versados en la historia, le preguntan que qué es eso. También ha asimilado de Gallito, entre otros, algunos pases por alto de poco recorrido antes de matar, o el comienzo de faena con una mano agarrada a la barrera. Igualmente, le hemos visto vestirse con trajes inspirados en los de Gallito, y la montera que utiliza es diferencial de las actuales.

Pero si hay una suerte por la que le estaré eternamente agradecido a Morante de la Puebla es por haber rescatado el quite del Galleo del Bu. Se lo habíamos visto hacer en los videos de algún tentadero y al preguntarle que si era trasladable a la plaza dijo, con humildad, que era difícil, que tenía que salir un toro con el tranco adecuado y, más que nada, que él tuviera piernas ese día para hacerlo. Afortunadamente fuimos de los privilegiados que se lo vimos hacer en La Maestranza el 10 de mayo de 2019. Una suerte que sólo conocíamos por los videos antiguos y que pudimos disfrutar gracias a él. Eso ya nos pagó el abono de toda la temporada.

Nos sorprendió nuevamente en la Feria de San Miguel de 2021, cuando nos regaló unos cambios de rodillas con el capote recogido y dados por bajo, de los que habíamos visto fotos del gran Rafael El Gallo, y ejecutados por Morante con la tranquilidad del que toma café en su casa, que ya merecían sacarlo a hombros sólo por esto. Para nuestra alegría ha ido practicando suertes antiguas de otros maestros históricos, como el toreo con el capote recogido en el brazo de Reverte, los comienzos sentados en el estribo de Sánchez Mejías, el “cartucho pescao” de Pepe Luis Vázquez, el toreo de frente de su hermano, el “Litrazo”, o el recibo por faroles que le hizo al toro al que le cortó el rabo en Sevilla este año, por citar las más espectaculares.

Con independencia de que es un torero único, con una personalidad inimitable, y una forma de torear asombrosa, y que se pasa el toro más cerca que nadie, tenemos que agradecerle el que haya resucitado muchas suertes antiguas que no pensábamos que íbamos a poder ver en la vida. Así que por todo ello, gracias Morante.

Ignacio Sánchez-Mejías Herrero

Septiembre de 2023

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Todos contentos en El Puerto


Contento el empresario, supongo, porque hubo muy buena entrada. Yo soy muy mal aforador desde que con el COVID vendían media plaza y a mí me parecía casi llena, pero estimo que habría como tres cuartos de plaza y eso para El Puerto es una gran entrada.

Contento el ganadero Juan Pedro Domecq, porque aunque alguno de sus toros tuvo una lidia dificultosa, fueron bruscos o embistieron con la cara alta, en general, se portaron bien con los caballos y, sobre todo, lidió un quinto toro que fue el paradigma del toro artista que buscaba su padre, QEPD.


Contento Morante que ha vuelto del percance con ganas. Esperó a su primero fuera del burladero, costumbre en este ruedo, y le compuso unas verónicas templadas, armoniosas y arrebujadas que ya subieron el ánimo de toda la plaza. Su primero no valía gran cosa, pero se esforzó tirando de técnica y le compuso una faena llena de torería. Estocada algo baja y oreja. En algunas verónicas a su segundo se fundió con el toro a compás, imposible torear más armoniosamente. El toro fue violento y no quería embestir, y a pesar de ello Morante le sacó lo que no tenía, estocada corta arriba y gran ovación.


Contento Talavante porque sorteó el citado toro artista en quinto lugar. En la primera serie se hartó de darle pases de rodillas por delante y por detrás y puso a la plaza en pie. Después lo toreo a placer destacando algunos naturales, pero con demasiados gestos de cara a la galería. En su primera entrada a matar hizo el municipal contrario y después de dejar una estocada le dieron una oreja y hasta le pidieron la segunda. Cosas del toreo moderno en el que la suerte suprema hace tiempo que dejó de serlo. Su primero salió renqueante y acabó derrengado, nada de nada.


Contento Pablo Aguado, y no ya por salir a hombros sino por salir casi ileso después de dos espeluznantes volteretas al entrar a matar al sexto. Quería amarrar la salida a hombros y se tiró a matar a ley, el toro no le dejó pasar y lo volteó de forma muy fea, afortunadamente sin consecuencias. Pues sabiendo que le iba tapar la salida, se volvió a tirar a matar a ley, y lo volvió a prender esta vez de forma más dramática, afortunadamente la cosa quedo en erosiones y pudo salir a hombros. Mucho valor y ganas de triunfar hay que tener para hacer eso. A su primero, un toro áspero le había compuesto una faena de gusto y técnica. Su segundo fue más basto embistiendo con la cara arriba, faena de mérito y exposición.


Y contento el público después de una corrida muy entretenida y variada en la que vimos torear con el arte de Morante, a placer a Talavante y muy bien a Pablo Aguado. Todos contentos.


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Después de lo de Morante

El sábado, después de la corrida nos vinimos un grupo de aficionados a la Cervecería Internacional a comentar la tarde. Otras veces me retiraba un ratito y escribía el artículo de la corrida, pero esta vez no lo hice porque no tenía mucho que decir. Ayer nos dimos un baño de realidad y viendo que “después de lo de Morante” lo que hay es un vacío que no se va a poder llenar. Quizás con el tiempo podamos ir acumulando otras sensaciones, pero por ahora, tan cercano el milagro del miércoles, estamos como vacíos.

Después de saludar la ovación en el tercio tras romper el paseíllo, perecía que sólo Morante tenia fe en repetir el milagro. Su primero era mansote y bajo de casta. Pero ahí estaba el torero para doblarlo por bajo y poderle con el arte y la armonía a la que nos tiene acostumbrado. Le dimos la oreja quizás en desagravio por la que le negaron el lunes en su primero y para animarlo para el segundo. Su segundo fue incómodo, deslucido y con la cara por las nubes. Morante lo intentó con gallardía, seguridad y exposición, pero el lucimiento era imposible.

Ginés Marín ha estado superior. Artístico y mandón en su primero. En otros tiempos esto era una oreja de peso, pero hoy se ha convertido en dos por el triunfalismo que nos invade y porque hay que dejar la Puerta de Príncipe a medio abrir. La ambición del torero se topó con el poco toro que tuvo en su segundo y, aunque lo intentó de todas las formas posibles, aquello no daba para más. Deja mejor sabor de boca que alguna Puerta del Príncipe de las que llevamos.

Lo de Cayetano no está ni para comentar. A su primero se lo pasó a una distancia sideral y en su segundo se descaró con el presidente por un posible defecto en la vista, que más parecía que era por desviar las culpas de sus propias carencias.

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La profecía de los “Amaya”

Morante rompe las barreras de Sevilla y corta un rabo, después de 52 años sin que un torero lo haga. Se me saltaron las lágrimas abrazando a mis amigos con los que tantas tardes de Morante he compartido, y acabé abrazando a desconocidos del tendido 3. Entonces me acorde de la chirigota del Selu y su profecía de los “Amaya” de que se iba a acabar el mundo esa semana: “Con la de años que lleva aquí el mundo y me va a tocar a mí”, decía. Pues en eso pensé, en lo tremendamente afortunados que hemos sido de presenciar y emocionarnos con la tarde de hoy. Ni en mis mejores sueños me daba posibilidad alguna de ver cortar un rabo a Morante en Sevilla, pues nada, nos ha tocado vivirlo junto a una plaza completamente entregada y feliz.

Morante recibió a su primero con una docena, una docena, de verónicas a cada cual más ceñida y más larga, levantando la primera gran ovación. El toro se quedó muy mermado después de una violenta voltereta que dejó hasta un socavón en la arena, y aunque lo intentó con gusto y torería, la cosa no acabó de despuntar. Pero se veía al torero dispuesto y al público con él, quizás en desagravio por lo del lunes. Incluso quitó por chicuelinas el toro de Ortega. Pero la apoteosis llegó en el cuarto. Lo recibió con dos faroles arriesgadísimos pegado a tablas, lo toreó de capa para ponerle un piso, quitó por tafalleras muy artísticas pasándose al toro por la faja muy despacio y muy largo, media docena de veces, incluso replicando el quite de Urdiales. La faena fue de ensueño, destacó por lo cerca que se pasó al toro en todos y cada uno de los pases que la compusieron y por la armonía de todo el conjunto. El toro era noble y fijo, pero tampoco era que embistiera con emoción, toda la emoción la puso Morante, media faena la hemos visto en pie. Se tiró a matar muy despacio y se pidieron las dos orejas y el rabo de forma muy mayoritaria. Yo, desde luego lo pedí, así que si creen ustedes que me he pasado al sector triunfalista después de criticarlo tanto, están equivocados, la faena era histórica y lo demuestra la cantidad de personas que se tiraron después al ruedo para sacarlo a hombros. No dos tristes capitalistas, doscientas personas.

Urdiales ha tenido un lote difícil. Al primero no lo atacó en las primeras tandas y acabó descompuesto, rajado e incierto, y después para matarlo, manso de oleadas. Después de lo de Morante resolvió la papeleta con dignidad, la de torear después del milagro y la de un toro incierto y molesto. La estocada ya valía la oreja que le pidieron sin mucha convicción.

Lo de Juan Ortega con la capa es un prodigio. Hace embestir a los toros a cámara lenta mientras compone una armonía que entra por los ojos recordando las fotos en sepia de Curro Puya. La faena a su primero a los sones de “Manolete” suponemos que en homenaje al vestido que decían de su inspiración, no llegó a los niveles de la de capa. Con el último no llegó a entenderse.

La foto de Morante con las orejas y el rabo en las manos quedará para la historia. Dentro de una semana, además de los que hemos tenido el privilegio de verlo, otros 40.000 contarán que también estuvieron allí, y dentro de un mes serán 100.000. Me alegro por todos ellos. A Morante lo sacó a hombros una multitud de aficionados, partidarios, amigos y familiares. El pueblo a sus pies.

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