Este pasado fin de semana vi las corridas de toros que Canal+ nos ha servido desde Nimes. Mis felicitaciones al canal por las magníficas retransmisiones, marca de la casa. Con independencia del singular y bien conservado anfiteatro romano donde se dan corridas, hemos podido apreciar las peculiaridades de esta plaza de toros y de su afición.
Su empresario, Simón Casas conoce a la perfección a su público, y les ofrece unos espectáculos muy del gusto de esta afición y que difícilmente, serían trasladables a España. Así, la alternativa del rejoneador Manuel Manzanares, de la mano del maestro Hermoso de Mendoza y de testigo su hermano José María, torero de a pié. También se dan corridas con carteles “mano a mano” pero de ganaderías no de toreros. Estos espectáculos que, además, se dan mañana y tarde, han registrados magníficas entradas, por lo que tenemos que concluir en que están resultando un éxito rotundo, por lo que pocas críticas se le podrán hacer al empresario a priori, todo lo contrario.
Como decía, los “mano a mano” han sido entre Miuras y Victorino el sábado y entre Fuente Ymbro y La Quinta el domingo. La presentación del ganado ha sido muy variada. Los miuras no eran muy agresivos y los victorinos tampoco. Fíjense si es así que El Cid decía previamente, que su miura tenía una cara que le gustaba y que iba a embestir, y, después tuvo toda la razón, porque el toro fue noble, sí, no me he equivocado, el miura fue noble. Los de Fuente Ymbro dieron, en general, un magnifico juego y los de La Quinta fueron variados.
Otra peculiaridad es la importancia que le dan en Nimes al tercio de varas, silbando ostensiblemente cuando el toro no se pone bien en suerte, toma el puyazo al relance o, simplemente, el puyazo es malo. Si hubieran estado este año en Sevilla, los pitos hubieran sido casi continuos. También me llamó la atención que no perdonan a un presidente una mala decisión, según su criterio, porque al presidente del sábado le pitaban cada vez que actuaba, por no sé qué del día anterior. Aquí somos menos rencorosos y olvidamos pronto las “malas” decisiones. Por último les alabo el gusto por la importancia que le dan a la suerte suprema que, para ellos, sigue siendo suprema.