La corrida de Miura cierra tradicionalmente la Feria de Sevilla, y los aficionados no lo entenderíamos otra forma. En un año del chantaje del G5 se trasladó al Domingo de Resurrección, ante la ausencia de otros alicientes para el cartel estrella de la temporada, pero volvió a su sitio al año siguiente. Desde que tenemos el formato de feria de “sábado a sábado”, el tradicional domingo de Miura ha perdido su sabor, en el sentido de que cuando era domingo de feria, venían muchas personas de las localidades limítrofes a echar la mañana en la feria y la tarde de miuras. A pesar de ello, mantiene el caché y la entrada no ha sido mala. Lo que ha sido mala ha sido la corrida. No sé si ha pesado la feria, el calor, los toros o los toreros, pero el caso es que la corrida ha pesado.
Sebastián Castella no había nunca toreado miura, según leemos, y la experiencia no creo que le haya satisfecho. A su primero le pegaron mucho en varas y acabó defendiéndose más de lo debido, ante una labor pulcra del torero. El quinto era un impresionante cinqueño, de 670 kg. y de nombre “Ratón” (vaya por Dios), que no rompió a embestir, solo topaba.
Octavio Chacón ha estado muy digno toda la tarde, responsabilizado y con ganas de agradar. Con su primero se peleó todo lo que pudo de forma muy profesional. Su segundo aprendió latín en la primera tanda y griego en la segunda. El torero le hizo una faena de mucho mérito, al igual que la estocada.
Pepe Moral se ha llevado el lote más “toreable” siendo esto casi un insulto para los miuras. Su primero se dejaba por ambos pitones, pero lo vimos poco por al natural, lo fuerte de este torero. Podemos decir que el torero no se acopló. El sexto un precioso “colorao”, fue devuelto por inválido y el bis tenía, en mi humilde opinión, más faena que la que vimos.
Dos reflexiones finales. Una para la ganadería. Los defensores de los miuras, y yo me encuentro entre ellos, esperamos un toro distinto, con poder y listos, lo que siempre fueron. No queremos un toro “normal”.
Otra para los tendidos impares de sol, que parece que se sienten en la obligación de aplaudir a todos los picadores cuando se retiran, cosa que venimos observando toda la feria. A veces aplauden por no haber picado, otras por haber picado mal a un toro que se arrancó de lejos y otras, como hoy a picadores que han rectificado. Antes el 8 era el tendido de los picadores, pero desde que se retiran por el callejón los aplausos son casi generalizados.