Los toros del Marqués de Domecq han hecho fracasar la corrida goyesca de El Puerto. Toros sin motor ni fuerza que aguantaban un par de pases y pare usted de contar. Me pregunto que pinta esto de la goyesca, que siempre se dan en acontecimientos como aniversarios o efemérides, o por tradición como en Ronda, que ahora parece que todo el mundo quiere imitar, pero allí estaban los toreros, bien vestidos, con sus subalternos, los areneros, los mulilleros y todo el personal ataviado de época.
Lo mejor de la tarde ha sido la cariñosa ovación con que el público ha demostrado a Morante que le reconocía el detalle de volver a esta plaza pocos días después de ser herido de gravedad. Morante, con un precioso terno rojo y dorado, correspondió con torería. Ha estado toda la tarde queriendo y con los pies muy asentados en la arena, y ha manejado el capote con primor, pero sin toros no hay paraíso, y todo se ha quedado en un quiero y no puedo. Le hemos visto a este torero esta semana las corridas televisadas de Málaga y Antequera y hemos podido ver que la cornada de El Puerto no le ha quitado sitio y que sigue viendo las cosas claras y haciéndolas muy despacio.
El Cid, también muy bien vestido de blanco y negro, ha hecho bien las cosas, ligando sobre todo la primera faena, pero con un toro que trasmitía muy poco. Castella, que está haciendo una campaña muy buena, ha cortado una orejita a su primero a base de porfiarle y pelearse con él, su segundo fue el único que presentó peligro.
Todos esperábamos más de este cartel que había levantado mucha expectación hasta el punto de presentar la plaza la mejor entrada del verano, pero tendremos que esperar a que haya toros.