A diferencia de otros aficionados, no soy de los exigentes con los novilleros, no soy de los que van diciendo que la mayoría de los novillos se van con las orejas al desolladero. Sólo soy crítico cuando veo en ellos falta de afición, de actitud, de predisposición o de valor. Para los novilleros siempre estuvo la cosa difícil y ahora, con la crisis, mucho más. Por ello hay que animarlos.
Ayer en la Maestranza, los tres novilleros dijeron algo, cada uno lo suyo. Martín Núñez, muy poco placeado y ya con edad de ser matador de toros, gozó del mejor lote, y quiso componer un toreo clásico y de temple. Mató bien y cortó una merecida oreja que espero que le sirva para torear algo más, o, al menos, para repetir en San Miguel.
Manuel Larios sabe torear. Sólo tuvo un novillo, porque su segundo no tenía un pase, pero demostró unas maneras con el capote muy difíciles de ver en un novillero y un estilo propio con la muleta. Si termina de cuajar, puede que sea de los que tenga el duro para cambiarlo.
Conchi Ríos mostró responsabilidadad y muchas ganas. Tiene que aprender a manejar mejor el capote y a jugar los brazos, pero toreó muy asentada y bien colocada a sus dos novillos. Su segundo tenía su picante y ella no se arredró. Pero, sobre todo, mató superior, y mira que es difícil ver a novilleros que maten bien, pero Conchi les pegó a sus novillos dos estoconazos haciendo, además, bien la suerte. Merece crédito.
Tenemos que entender que los novilleros (y novilleras) están en fase de aprendizaje y no podemos exigirles como si fueran figuras. Que hablen con la gente que le dice la verdad, que lean las críticas, que asuman sus defectos, que intenten corregirlos y, a seguir.