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Las Estadísticas en el Toreo

En mi época de estudiante universitario, mi entonces profesor, y ahora amigo, D. Antonio Pascual, intentó que entendiéramos los secretos de la Estadística. Sí, esa denostada ciencia que como tanto se dice, si se da la circunstancia de que usted se come un pollo y yo no, concluye indicando que nos hemos comido cada uno medio pollo. Al final aprobé la asignatura y creo que mi profesor tuvo cierto éxito.

Creo que entiendo un poco de Estadística, lo justo para aplicarla en mi profesión, y no me gusta la trivialización actual, en la que hay estadísticas para todo. Especialmente chocantes son las deportivas. Se puede entender en la individualidad del golf o del béisbol; pero en deportes de equipo pueden resultar engañosas. Muy antiguas son las del baloncesto, y supongo que deben de servir porque los entrenadores las manejan, pero creo que no ponderan adecuadamente las dificultades de los lanzamientos, las actividades de bloqueo y otras circunstancias difícilmente mensurables. Las de futbol son del todo ineficaces, «las estadísticas están para romperlas» es el soniquite que repiten sin cesar los implicados. Salen los pases acertados, sin decir si son “palante” o “patrás”, defensivos u ofensivos, al pié o al hueco. Sólo son curiosos los datos de los kilómetros recorridos por los sustituidos. Creo que algunos deportistas de equipo pueden afectar el rendimiento del colectivo por el hecho de querer maquillar sus estadísticas individuales.

En el Toreo, afortunadamente existen pocas estadísticas. Imagínense: torero número uno: pases de tanteo 4; verónicas 5; medias verónicas 1; metros ganandos con el capote 7; derechazos 22; naturales 5; toro vivo 23 minutos ¡Que horror! Lo más parecido a las estadísticas es el conocido escalafón, del que copio los 20 primeros puestos de la temporada 2008.

Lidiador

TOTALES

Festejos

Orejas

Rabos

Festejos plaz. 1ª

Festejos plaz. 2ª

Festejos plaz. 3ª

Orejas p. 1ª

Orejas p. 2ª

Orejas p. 3ª

Reses lidiadas

1º-El Fandi

111

263

22

12

34

65

11

70

182

223

2º-El Cid

89

100

3

25

31

33

16

27

57

185

3º-Perera

82

154

4

23

34

25

28

73

53

168

4º-El Juli

74

104

3

27

27

20

35

32

37

157

5º-Manzanares

66

83

0

18

28

20

6

42

35

132

6º-Talavante

66

49

0

14

25

27

4

20

25

133

7º-E. Ponce

62

66

3

23

25

14

22

17

27

124

8º-R. Ordóñez

60

77

2

5

16

39

3

8

66

126

9º-Pepín Liria

59

110

10

10

19

30

7

26

77

126

10º-El Cordobés

58

122

8

3

14

41

1

22

99

115

11º-A. Ferrera

58

106

13

12

14

32

4

22

80

117

12º-F. de Córdoba

56

50

4

6

16

34

0

11

39

112

13º-C. Jiménez

55

92

1

8

13

34

5

15

72

110

14º-S. Vara

55

90

3

6

9

40

1

8

81

111

15º-Castella

55

70

3

18

20

17

17

24

29

118

16º-Cayetano

53

82

1

8

22

23

9

29

44

104

17º-El Fundi

49

58

1

21

8

20

20

7

31

100

18º-J. Bautista

43

49

3

19

9

15

12

6

31

89

19º-Padilla

42

76

6

9

5

28

5

2

69

86

20º-S. Vega

40

54

2

8

5

27

2

5

47

81

Obtenidas de mundotoro.com donde podéis encontrar otras estadísticas.

Como ven, está ordenado por número de festejos toreados y no nos dice mucho. No vemos ni a José Tomás, que entre sus tardes escogidas y las cornadas, solo totalizó 20 corridas estando en el puesto número 41, ni a un torero con cartel en Sevilla, Morante de la Puebla, con una temporada corta de 28 festejos, en el puesto número 32.

Si nos centramos en los festejos en las plazas de primera, solo cinco matadores han superado los 20 festejos: El Juli, El Cid, Perera, Ponce y, curiosamente, El Fundi matando corridas duras. Si nos fijamos en orejas cortadas en plazas de primera solo 3 matadores han pasado la media (palabra básica en Estadística) de una oreja por tarde: José Tomás (2,4), El Juli (1,3) y Perera (1,2).

Así podríamos seguir entreteniéndonos un rato, curioseando datos y cifras, pero nuestra percepción de lo que nos gusta y de lo que no nos gusta en los toros no iba a cambiar. Es una suerte que el arte no se pueda medir.

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José Tomás. El Toreo deconstruido

Vaya por delante mi admiración y absoluto respeto por un torero al que han cosido a cornadas esta temporada y que ha salido cada tarde a jugarse la vida sin cuento y a no defraudar a cuantos han pagado por ver el espectáculo.

He visto a JT (como lo citan sus incondicionales) unas pocas veces esta pasada temporada. En Córdoba salí con la mosca detrás de la oreja, en su segunda comparecencia en Madrid se me quito “el mono” de verlo y en El Puerto, ya me desengañé.

A este torero le han tropezado los toros demasiado este año. En las dos últimas corridas que le he visto lo han cogido 4 toros y le han dado 5 cornadas. Eso no puede ser, y aunque ha mejorado algo en este sentido al final de la temporada, algo falla. En una de las corridas comentaba mi acompañante, científica ella, que este torero no es que hubiera perdido el instinto de supervivencia, es que parecía haber perdido el instinto animal de la huida. Ese que nos hace levantar el pie cuando paseando descalzo por la playa pisamos una piedra, o retirar la pierna cuando nos quemamos con el dichoso escape de la moto o quitar el dedo inmediatamente que nos pinchamos con un alfiler. No, JT no se retira, no se enmienda, no se quita. Una cosa es que admiremos al torero que aguanta un parón del toro o una mirada, siempre con la esperanza de que el toro finalmente obedezca el engaño.  Pero ya es diferente que cuando la cogida es inevitable, cuando el toro va claramente por ti, cuando ya no hay, no probabilidad, sino ninguna posibilidad de que el toro no te lleve por delante, no te enmiendes un poco, no rectifiques, no te quites e, inevitablemente, te dejes coger.

Que José Tomás sabe torear es indudable, todos le hemos visto faenas cumbres, pero lo que ha hecho en muchas tardes esta temporada es otra cosa. Me ha impresionado sí, como a casi todos, pero no me ha emocionado. Ha sido un espectáculo para los que se creen élite, para los que van a verlo y a que los vean, a esos que no son aficionados y solo van a los toros a ver a su JT para poder contarlo. En Las Ventas, sin ir más lejos, en vez del público exigente e insatisfecho de siempre, me encontré una plaza hipnotizada que aplaudía, como único e irrepetible, todo lo que hacía el torero.

Los gestos de José Tomás no los vamos a discutir. Es impresionante que un hombre con una cornada grave en la axila derecha desde su primer toro en El Puerto, sea capaz de matar los tres toros de su lote sin un mal gesto que nos hiciera sospechar de la herida, y que nos tengamos que enterar de ella leyendo la reseña del día siguiente; la cornada del glúteo sí la sabíamos porque la sangre le llegaba a la zapatilla. Y aun así esperó en el callejón a que Morante “tomase aire” en la enfermería durante 15 minutos antes de matar su último toro, cuando él ya había acabado con su lote y podría haber ido a curarse. Es incuestionable que llena las plazas y que ha sido un fenómeno social y local allá por donde ha ido.

JT es lo moderno, eso que no se televisa para las masas, lo de moda, lo elitista, lo caro. Como esa cocina que “desconstruye” tortillas, que hace aceitunas de aire y pompas de habano, esas cosas que nos impresionan pero que no nos llenan. Lo dicho JT ha sido en muchas tardes de esta temporada el toreo deconstruido.