La entrada de la primera novillada dominical del abono fue muy pobre en el sol y aceptable en la sombra. Supongo que el abono y los que hubieran venido de Extremadura a ver a sus dos paisanos, y mucho extranjero, además.
La terna la componían tres novilleros experimentados que deben de tomar la alternativa en breve, pero ni aun así pudieron sacar a los novillos de Javier Molina, lo mínimo para que el resultado hubiera sido satisfactorio. Sólo Posada de Maravillas consiguió cortar una oreja a su primero, después de una faena con su peculiar estilo. Éste fue el único novillo claro de la tarde. No lo pudimos ver en los caballos, como viene siendo habitual, pero embistió con nobleza. El segundo de Posada también tenía faena, pero no tomó los vuelos que esperábamos.
El primero de Tomás Angulo, no fue un novillo claro, y le pegó un volteretón en la faena de muleta, del que salió dolorido. Al entrar a matar también le dio un pitonazo. Pasó a la enfermería, de la que pareció salir mermado a matar a su segundo, que tenía un buen pitón izquierdo que no pudo aprovechar el dolorido novillero.
A Gonzalo Caballero le tocó en desgracia un primero que sabía latín por los dos pitones. Hasta cuatro veces se lo echó a los lomos, mientras el novillero intentaba hacerle una faena que no tenía. También pasó a la enfermería de la que salió a matar a su segundo entre desarmes y pinchazos.