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Partido de Resina en Madrid

De todos son sabidas las diversas vicisitudes que ha tenido que pasar la ganadería de Pablo Romero para no tener que desaparecer, por consiguiente, no nos vamos a cebar con los toros del domingo de Las Ventas. Sólo indicar una más que preocupante falta de casta que hace que los diestros choquen sus deseos con unos toros de imposible lucimiento en los que, además, se haga lo que sea haga, el público difícilmente lo va a agradecer.

El mexicano Ignacio Garibay mostró las buenas maneras que tiene. Su impresionante segundo lo brindó a matadores retirados con un “me voy a jugar la vida” y así fue. De un certero derrote lo mandó a las nubes atravesándole el muslo, lo buscó en el suelo con saña. El torero, con una cornada de 25 centímetros y varios dientes menos, se puso en pié sin mirarse, mató al toro y atravesó el ruedo de forma gallarda sin un aspaviento “¡Óle los toreros machos!” Es preocupante la cantidad de cornadas que están sufriendo los diestros mexicanos en España. No sé si es exceso de valor, falta de adaptación al toro de aquí o que los españoles no se arriman como ellos. Pero quizás sea cosa de la fortuna. Le deseamos lo mejor en su carrera.

Foto: abc.es

Serafín Marín estuvo muy bien con su primer toro, al que le compuso una faena de mando y gusto. Se tiró a matar de verdad y fue prendido por el pecho de forma espeluznante de la que, por fortuna, salió ileso. El público de Madrid, tan dadivoso este año con las figuras, le negó la oreja a quién se había jugado la vida de forma tan gallarda.

No fui a la novillada de Sevilla, pero por lo que me cuentan se debió estar algo mejor. El debut de la novillera Vanessa Montoya no fue el deseado. Falta de preparación, escuchó 4 avisos después de perder la cuenta de los descabellos. Lo siento.