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Los toros de hoy sábado de San Miguel se anunciaban como “Hermanos García Jiménez – Doña Olga Jiménez Fernández”, que ante la imposibilidad de recordar tan largo metraje se conocen como «lo de Matilla”, y son toros modernos, nobles y obedientes, que salen ya templados, a los que no hay apenas que picar y la mayor parte de las veces, llegan moribundos a la muleta con la boca abierta, la lengua fuera y con muy poca emoción. Además dos de ellos venían con los cuatro años recién cumplidos que, para ser septiembre, no parece muy normal. Con este material sólo podíamos ver una corrida moderna, donde la suerte de varas es una pantomima, donde se aplaude a los picadores por no picar y, por extensión, se aplauden los pinchazos para animar y los bajonazos para perdonar.
El primero de El Cid, muy basto de hechuras, como el segundo, llegó a la muleta con los dos pitones escobillados y muy noble. El torero le compuso una faena sin muchas apreturas, que gustó al público pero pinchó. En el segundo dio una vuelta al ruedo. De Castella queda poco en el recuerdo.
Perera ha demostrado que llega al final de esta temporada en un momento fenomenal. Con independencia de que no entendemos cómo se sortea la corrida moderna, donde le corresponden los dos únicos cinqueños, cuando sus compañeros matan toros con los cuatro años recién cumplidos, lo cierto es que los cinqueños valieron más que los recientes cuatreños. También hay que destacar que Perera casi no picó a ninguno de sus dos toros, al primero casi ni le hacen sangre. Este torero ha abandonado sus monofaenas encimistas y ha ganado en profundidad y temple. La primera faena plena de dominio y valor le valió una oreja. Salió a por todas en el segundo para redondear el triunfo, pero se precipitó con la espada, una lástima.
Mención para José Chacón en la lidia y para Joselito Gutiérrez que ha pareado de forma clásica ganando la cara con torería. Como además el tiempo ha acompañado, todos contentos con la corrida moderna.