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Hace cuatro años escribí un artículo con este mismo titular cuando Morante, en el mejor momento entonces de su carrera, cayó herido en El Puerto y pasamos un tiempo sin poder disfrutar de su toreo. Hoy me he acordado de esto a raíz de la grave cogida del artista en Huesca. Ahora sí que estaba el torero en el mejor momento de su carrera. Sus actuaciones en Córdoba, donde tuvimos el privilegio de disfrutarlo, y las recientes de Huelva y Pontevedra, lo demuestran.
Ayer en Huesca estaba realizando una gran faena, pero tuvo la maldita mala suerte de que el toro lo prendiera y, como torea tan asentado y tan de verdad, casi siempre que lo cogen le dan. Y esta vez le han dado fuerte, y bien que lo sentimos. Además, la corrida de Gerardo Ortega salió tan buena que hasta el Ponce actual se hartó de torear y de cortar orejas. Maldita suerte.
Morante es el torero que más expectación levanta por la sencilla razón de que es distinto a todos los demás. Guarda las esencias del arte y el embrujo del toreo, ese que te puede poner en pie con un solo pase, y, en mi opinión, es el torero más taquillero del momento. El domingo pasado lleno en El Puerto, por contra ayer y hoy, un cuarto escaso. Sin Morante el escalafón se queda sin su principal atractivo y los carteles y las ferias en los que estaba anunciado van a devaluarse sobremanera porque es insustituible.
Por las noticias que llegan, la recuperación va a ser lenta y dura. Desde aquí le deseo una total recuperación, por el bien de todos los aficionados.
¡Viva Morante!