´
La corrida más importante del año para los sevillanos no presagiaba nada bueno. Baile de corrales desde que el día anterior sólo quedaran aprobados tres toros de la anunciada ganadería de Garcigrande. Al final se lidiaron cinco, siendo el primero, de Parladé. Pero hasta nueve toros rechazados me ha parecido ver en el parte. No me parece presentable que la corrida más importante del año no se pueda lidiar completa. Además, a las seis y media caían sobre nosotros chuzos de punta, la gota fría, el diluvio universal. Con la gente silbando de desesperación se abrió el portón de cuadrillas. Menos mal que la cosa duró poco y la lluvia nos dio tregua.
El Parladé de Morante fue visto y no visto. Entre el agua, el viento, el torero y el toro, cuando nos dimos cuenta el toro estaba muerto. En su segundo dio alguna verónica y un par de chicuelinas de recibo, de las suyas, pero la cosa no remontó.
Los toros de Garcigrande han sido muy desiguales de presentación, con dos muy ofensivos por delante, pero si algo han tenido, en general, ha sido nobleza y movilidad y si de algo han carecido ha sido de fuerza, muy justitos. El Juli ha vuelto a Sevilla como preveíamos, enrabietado y con ganas de triunfo. Ha recibido a sus dos toros, no podemos decir que a “porta gayola” porque se ha retirado mucho del portón, más bien a “tercio gayola”. Y ha sido mucho mejor, porque esta puerta es muy ancha y los toros podían salir de cualquier forma, incluso cruzados, y así, de lejos, les da tiempo a fijarse y a emplearse mejor, y la suerte sale más limpia.
Si en su primero cortó una oreja a un noble toro en el segundo hizo una faena de poderío, enganchando muy delante las embestidas y bajando mucho la mano. Toro bravo y noble este quinto que siguió embistiendo hasta con la estocada. Por poner algún pero al torero, lo vimos forzando un poco la figura, pero eso va ya en gustos y no resta ningún mérito a una actuación de lidiador poderoso. El presidente sacó los dos pañuelos a la vez, y entre los paraguas y que los espectadores de delante lo tapan, la gente siguió pidiendo los trofeos, pero la cosa no parecía de rabo.
Manzanares no ha estado como en él es habitual. Al noble primero lo toreó demasiado despegado y en diagonal. Mucha estética pero poca autenticidad. Su faena al último toro tuvo más mérito, pero tampoco es de las suyas. Además parece haber perdido la medida y la buena estructura en que basaba su trasteo. Faenas de más de 10 minutos sin entrar a matar, y no le han tocado más avisos porque el presidente no quiso.
Desgraciadamente, el quinto toro hirió al subalterno “Niño de Leganés”, y comentaron que lo estaban operando de dos cornadas en el muslo. Le deseamos una pronta y completa recuperación.
En resumen, la primera corrida del abono ha cumplido las expectativas. El Juli ha vuelto a Sevilla con los galones de jefe puestos y con otra puerta grande más.