Ayer asistí a la entrega del VIII premio taurino del Ayuntamiento de Sevilla al maestro José Antonio Ruiz “Espartaco”. La historia de este premio en curiosa. Lo instauró el gobierno del alcalde Juan Ignacio Zoido (PP) en 2013, otorgándose en sus dos primeras ocasiones a los diestros Pepe Luis Vázquez, a título póstumo y al “creador de ilusiones” como lo ha calificado hoy ABC en su premio taurino, Curro Romero. A partir de 2015 el gobierno de Juan Espadas (PSOE) entregó el protagonismo del premio a la Fundación Europea del Toro y su Cultura, que lo otorgó sin continuidad en cinco ocasiones, sólo destacando el de Miura. El Ayuntamiento de Sevilla vuelva a asumir su protagonismo con el mandato del gobierno de José Luis Sanz (PP), y ha querido mantener los anteriores considerándolo como el octavo premio taurino del Ayuntamiento de Sevilla.
El alcalde en el cierre del acto destacó, entre otros aspectos, la importancia del premio para el ayuntamiento, la unión existente entre el mundo del toro a la ciudad y el motor social y económico que representa para Sevilla. Previamente, el consejero de presidencia Antonio Sánchez, dijo que no se pueden tener complejos al hablar de toros y felicitó al ayuntamiento por recuperar su Premio Taurino.
La actuación de Espartaco en el atril fue irreprochable como sus actuaciones en la plaza. Fue sentida y personal. Dijo que ahora reconocía que gracias a días como este todo en su vida había merecido la pena, que posiblemente fuera el premio más importante de su vida y que mañana lo iba a pasear por su dehesa para que los animales pudieran ver un premio otorgado gracias a ellos. Tuve la fortuna de sentarme al lado de Rafael Moreno, tantos años apoderado de Espartaco, y amenizamos la previa con varias historias de su trayectoria que resultaron casi más interesantes que el acto en sí, que fue amenizado por la banda de Maestro Tejera, que al romper la espera con “platillazo” inicial del pasodoble Plaza de la Maestranza, con el que hicieron el paseíllo de entrada al Salón Colón el alcalde y el premiado, nos sobresaltó como si estuviéramos en la plaza de toros.