Cuando vamos al Ventorrillo Canario a almorzar, sabemos que nos vamos a tomar una carne a la brasa con mojo picón. Los toros de ayer de El Ventorrillo que pastan en Toledo, han servido para bien poco. Corrida mal presentada, sin raza ni fuerza, con dos toros devueltos, en fin, un desastre absoluto, para qué les voy a contar. Quizás hubieran dado mejor juego para la carne a la brasa de su homónimo canario, pero para poco más. Y menos mal que los cabestros han estado diligentes que si no todavía estábamos allí.
La tarde prometía, después de mojarme algo en la moto, cuando quitaron los plásticos de la plaza empezaron a regar. Eso quería decir dos cosas: primero que habían aprendido del otro día y no iban a permitir de nuevo las inmensas polvaredas en los tendidos, y segundo que no iba a llover. Pero empezaron a salir toros cada vez más flojos, cada vez más aburridos, y así fue transcurriendo una tarde para olvidar. Bueno, pues a pesar de ello, los toreros han brindado al público dos toros, cosa inexplicable.
También comentamos que en tarde tan plomiza se han escuchado más aplausos de alivio que por méritos. Cuando sacan al toro del caballo caído o cuando el puntillero por fin acierta. Otras veces se aplaude a un picador sólo por mover bien el caballo aunque después pique trasero o no se agarre.
Ante la falta de emoción nos hemos entretenido con un invitado que había ya adelantado la feria y venía con media en las agujas. Un señor, con una de esas papas de mediodía que duran en el mismo estado hasta bien entrada la noche. En uno de los toros devueltos comentó: ¿Cómo es que han salido los cabestros si yo no he escuchado los tres avisos?