Las novilladas sin caballo de julio en Sevilla han consolidado un público juvenil que año tras año acude a la plaza de toros de Sevilla las noches de los jueves y no sale defraudado. La empresa, con la ayuda de la Maestranza, ha trabajado bien en este sentido, y va haciendo cantera, anoche tres cuartos. Las cenas se han convertido en otro aliciente, y como ejemplo les diré, que en el grupo de jóvenes al que anoche me arrimé, formado por amigos de las redes sociales, me ofrecieron desde jamón a langostinos, pasando por la caña de lomo, queso, tortillas, croquetas, lagrimitas de pollo, cerveza y manzanilla ¡Cómo para no repetir!
La noche resultó entretenida. Los novillos de La Quita, bien presentados, se movieron, algunos con clase, y propiciaron que, en mayor o menor medida en todos viéramos algo. El sevillano Juan Márquez no le cogió el son a su primero, pero en el según parecía otro novillero. Toreó a la verónica muy en Cepeda, y construyó una buena faena al natural cortando una oreja. Jesús Muñoz, de La Puebla del Río, fue el que más nos gustó. Tiene el don del temple y eso es difícil de aprender. Se coloca en el sitio, elige bien los terrenos y toreó con gusto sus dos novillos, cortando oreja sólo en el segundo, a pesar de la fuerte petición en su primero. Un inciso para recordar a los presidentes que con quienes se tienen que poner duros es con los fuertes no con los débiles, o recordamos las orejas y las salidas a hombros de la Feria. Si alguien merece cortar orejas y triunfar son los que están empezando. Va mucha diferencia de cortar dos orejas en Sevilla a una. El mexicano francés “El Galo”, con un vestido muy raro, no pasó de voluntarioso, variado con el capote, desigual con las banderillas y sin acoplar a ninguno de sus novillos.
Animo a los abonados que no lo hecho a acudir a estas novilladas, que lo tenemos pagado desde febrero, o que estamos invitados según la empresa, y ya saben, si es gratis “cueste lo que cueste”.