Ayer lunes tuvo lugar en el Excmo. Ateneo de Sevilla la segunda sesión del ciclo de conferencias, Sevilla en los Fundamentos de la Tauromaquia. Con el atractivo título de “El Toreo: El Riesgo Hecho Arte”, y moderados por Antonio Portillo, disertaron Eduardo Miura, el Dr. Arévalo, cirujano jefe de la plaza de toros de Córdoba, y el diestro Pepe Luis Vargas.
Eduardo Miura nos estuvo hablando de las características del toro actual en contraposición con al antiguo y de lo que se ha ganado en nobleza en detrimento de dificultad y emoción. También comentó que a pesar de lo que cree la mayoría del público, en la actualidad se castiga al toro en varas mucho más que antiguamente. Entre el peso del caballo y el del peto, eso se convierte en un acorazado, que añadiendo la efectividad de las puyas actuales, hace que con cualquier encuentro, los toros se quebranten mucho y sangren hasta la pezuña, cuando antiguamente, eso era noticia de crónica, igual que los números de tumbos y caballos muertos.
Mi cuñado, el Dr. Eugenio Arévalo, nos instruyó sobre las especificaciones de la cirugía taurina y los especialistas que componían los cuadros médicos de la mayoría de las plazas de primera. También comentó los requisitos que debiera tener un cirujano jefe taurino y los riesgos de las cornadas dependiendo de la zona del cuerpo en que fueran, insistiendo en que ninguna parte del cuerpo del torero está exenta de ser herida.
Pepe Luis Vargas, al que desde aquí deseamos que venza a la enfermedad de la que está siendo tratado, centró su intervención en explicar las diferencias entre el torero que a él le enseñaron y que intentaba practicar, con el que ve actualmente. Del toreo que le enseñaron gente en esto como Curro Puya, Pepín Martín Vázquez o Pepe Luis Vázquez, de torear con los vuelos de los engaños, dejar que los toros que se vinieran de largo, traerlos toreados, pasárselos cerca, por abajo y rematarlos detrás, dijo que ahora ve engaños enormes, tiesos y sin vuelo, toreo encimista, despegado y echando los toros hacía afuera y piernas de salida retrasadas. Nos dijo que cuando él hacia eso, sus maestros le decían “¡No te escondas detrás de la mata!” Ahora, la mayoría torea detrás de la mata. Era como escuchar a un aficionado, pero con la importancia de que éste, además, es torero.
En lo que sí coincidió la mesa fue en la falta de emoción del toreo actual, en la presencia de público en detrimento de aficionados, que hace que el espectáculo se parezca cada vez más a una especie de circo donde solo prima el triunfo. También se habló de la crisis de asistencia que padecemos y de los costes de muchos espectáculos. Hacía falta que esto hiciera crisis (¿todavía más?) para que se empiece a buscar soluciones.