Los veedores de los toreros, sus expertos en reatas, sus peones de confianza o quienes quiera que les aconsejen sobre el orden de sus toros, no se han ganado el sueldo esta tarde. Si los tres primeros toros de la corrida se hubieran lidiado los tres últimos, a estas horas estaríamos hablando de la corrida de la Feria, con no menos de tres o cuatro orejas. Los tres primeros negros de Núñez del Cuvillo han sido bravos y encastados como para salir de triunfador de la Feria. El colorao cuarto un manso de carreta del Rocío, el quinto otro colorao cinqueño que salió en manso y acabó en bravucón, y el sexto, afortunadamente negro, otro toro encastado pero sin llegar a la calidad de los primeros.
Morante, que estrenaba un precioso terno coral quisquilla y oro, quemaba su última corrida, y ha estado queriendo toda la tarde. En su primero le hemos visto con la muleta pases profundos, pero a la faena le ha faltado quizás mando para dominar a su encastado enemigo. La estocada quedó tendida y el toro murió en bravo, y esta tardanza enfrió algo la petición de oreja, que el presidente no concedió. Si en vez del “abreplaza” hubiera sido el cuarto era de oreja sin discusión. Cuando todos estábamos esperanzados en su último cartucho salió un manso al que a duras penas enjaretó unas verónicas y unas chicuelinas, y al que no podían sujetar ni dos capoteros con la experiencia de “Lili” y Carretero. Visto lo cual, Morante tomó las banderillas y le zampó al manso y huidizo tres pares en los terrenos que pudo, el último al quiebro. No veíamos banderillear a Morante desde los seis toros de Ronda, y hay que reconocer que derrocha arte hasta poniendo banderillas. La faena fue imposible. Lástima no estar en La México para pedir el sobrero.
Aunque parezca un contrasentido, hemos visto a Talavante demasiado sereno. Su primero era un toro de triunfo grande por lo que transmitía, y se ha quedado en oreja después de una faena sin pisar el acelerador. Con su segundo no se peleó como se merecía y no pudo completar el éxito. David Mora, toreó bien a su bravo primero, pero pinchó, y en su segundo ya pesaba la tarde demasiado y la faena no tomó vuelos.
En resumen, una tarde entretenida pero una pena de tarde, que podía haber sido de triunfos grandes. Felicitar al ganadero, y constatar que de esto de toros no entienden ni las vacas. Si no que alguien explique por qué el fracaso ganadero de Domingo de Resurrección en contraposición con los magníficos toros que hemos visto hoy.