Ayer hizo en Sevilla un día casi veraniego, con sol y calor. Los que llegaron de la Feria a la plaza lo hicieron a última hora, sudorosos y acalorados. Con el mismo calor se recibió a El Juli y a Manzanares, a los que hicieron saludar en el tercio, antes de empezar la corrida, por si no tenían claro lo que se esperaba de ellos.
El primer toro de El Juli no acabó de romper, tenía poca fuerza, le costaba humillar y la faena no tomó vuelos. Pero con su segundo disipó la duda de quien iba a ser el triunfador de la Feria. El toro fue un gran toro, con recorrido y mucho motor. Queriendo comerse la muleta con ansia en cada embestida. Pero parte de lo bueno que acabó siendo el toro hay que ponerlo en el debe del matador, que no le dudó en ningún momento, toreó con mucha seguridad, muy por bajo, muy largo siempre y ligando todas las series. Otra faena perfecta, qué quieren que les diga. Esta vez el presidente Sr. Teja (ya es casualidad que le volviera a tocar a El Juli en suerte) miró al vecino que se le encaró el viernes, y saco los dos pañuelos a la vez.
Manzanares ha luchado hasta el final. A su primero ya le había cortado una oreja de poco peso, y en el quinto tuvo que echar el resto. Era un toro manso, al que los banderilleros empeoraron con innumerables pasadas en falso. Por cierto, ahora que estamos ante la mejor hornada de banderilleros de la historia del toreo, a raíz de la cantidad de ellos que se desmonteran, en cuanto sale un toro distinto a lo que esperan y con dificultades, resulta que no tienen recursos para hacer un tercio rápido y efectivo. A lo que iba, manso con picante. Manzanares se fajó con él y consiguió una faena de mérito. Ya Morante dejó claro el día anterior que tienen faena muchos más toros de los que parecen, y Manzanares lo ha corroborado hoy.
El presidente debería de estar preocupado porque se volvió a olvidar el cambio de tercio tras las banderillas al sexto toro, fue el encargado de las mismas el que, par en mano, se lo recordó desde el callejón. Luque no está ni para hacer el esfuerzo que han hecho las figuras por agradar. Decía un vecino guasón, que, desde la encerrona de Madrid, se apuntó a la hermandad del Silencio, por los seis que tuvo que soportar allí. Hoy ha hecho dos méritos más para llegar a Hermano Mayor.