A poco que hayan pasado por aquí esta temporada, habrán notado que he escrito mucho menos que en las anteriores. Los más asiduos me lo han echado en cara alguna vez, pero lo cierto y verdad es que no he estado inspirado ni para encontrar temas ni para encontrar ocasión de escribir. Paso por una crisis de fe taurina.
El chantaje del G5 en Sevilla he de reconocer que me dejó descolocado para el resto de la temporada. Ya que esos cinco toreros no venían a torear a Sevilla, me dije que yo tampoco iría a verlos torear fuera de Sevilla, y he mantenido mi palabra, sólo los he visto ocasionalmente en el Plus. He ido a muchas menos corridas que normalmente, alguna a Madrid y poco más. Con este pobre bagaje poco podía escribir.
Por otra parte, lo que se ve carece generalmente de emoción. Yo me considero un aficionado de gustos variados, he sido de religión currista y viajo tanto para ver a Morante como a Miura. A veces me emociona el arte y otras el miedo. Pero, sobre todo, busco emoción.
La temporada ha sido rara, con algunas figuras presentando toda su temporada completa de antemano como eventos, que después han decepcionado, muchas encerronas, manos a manos y mixtas con rejoneadores. Sólo Perera ha mantenido el tipo. Menos mal que otros toreros como Pepe Moral o Urdiales han animado algo el cotarro, así como varios toros de las ganaderías que no quieren ver las figuras, Miura en Madrid y Pamplona, Victorino, Cuadri o Baltasar Iván. Lo que sí ha habido en cantidad son indultos, casi uno por día, parece que a nosotros también nos ha entrado la fiebre animalista y nos tenemos que justificar perdonando vidas.
Espero que la crisis de fe sea pasajera, y aunque el otoño y el invierno taurino no son épocas para animarse, nos iremos entreteniendo contando algunas cosas. Siento las ausencias, ustedes disimulen.