El Juli y Manzanares venían de cortar siete orejas el día anterior en Barcelona en una tarde extraordinaria y muy emotiva por lo que significaba. Eran además los triunfadores de la Feria de Abril con salidas por la Puerta del Príncipe. Pues cuando se rompió el paseo no se escuchó ni una palma. Antaño estos matadores habrían sido obligados a saludar. Pedro es probable que del público asistente pocos supieran lo que pasó el día anterior en Barcelona, eso sí, todos sabían dónde estaba la Duquesa de Alba con su novio en la barrera del cuatro.
La corrida de El Pilar y Moisés Fraile ha sido muy desigual de peso, de tipo y de edades. Algunos cinqueños largos y otros cuatreños cortos. El segundo tenía un año menos que el anterior y el cuarto año y medio menos que el tercero. Los ha habido nobles, como el primero, violentos y mansos como el cuarto.
Curro Díaz se llevó el mejor toro de la tarde y le hizo una faena artística y emotiva; de las que gustan en Sevilla. Después de la estocada, dejo que el toro muriera lentamente en vez de abreviar con el verduguillo. La segunda oreja parecía excesivo premio y estuvo bien el presidente en aguantar tipo. El Juli le compuso una faena de mucho poder y mando a su primero que era un toro algo violento. Faena de las suyas, pero al entrar a matar se mostró extrañamente precipitado y en su segundo también pareció algo acelerado ante un toro que embestía rebrincado. Manzanares poco pudo hacer con su primero que se dejó todo en los caballos a los que acabó derribando en las dos ocasiones y peleando bien. Al sexto, después de noquearse contra un burladero, se lo llevaron unos efectivos cabestros con unos descomunales cencerros. El sobrero Salvador Domecq fue incierto, sufriendo Manzanares coladas cada tres pases.
Mención aparte merece la cuadrilla de Manzanares hasta donde el tercero es magnífico. Guardando al picador que hace puerta ha tenido que sacar a los toros y no con el típico mantazo de tercero hacía dentro que acaba, inevitablemente con el toro en el caballo, sino toreando y evitando el encuentro. La brega de los peones es perfecta y los pares de Juan José Trujillo al sexto han sido antológicos, cuadrando en el segundo en toda la cara, en una décima de segundo que parecían parados toro y torero. Enorme par, sonó la música que, por cierto hoy eligió bien el repertorio.