Dicen por aquí que Vitorino tiene tres tipos de corridas: las de 1.000 unidades monetarias (permítanme la licencia de economista docente), las de 1.500 y las de 2.000. Hoy hemos visto tres toros de 1.000, con poca fuerza y tres de 2.000, bravos, con recorrido y transmisión. La suerte es que se han sorteado con justeza y cada torero ha podido disfrutar de uno de los caros. Casta la de Liria. Hoy se despedía de Sevilla y nos acordaremos del día durante algún tiempo. Se fue a «porta gayola», el toro pareció perder las manos, se le vino derecho, no le pudo dar salida y lo cogió de lleno. Se levantó con la taleguilla rota y le dio varios pases entre óles y hasta sonó la música.
Cosas de la edad
Comentábamos hoy en el tendido ciertos pros y contras de la cincuentena, en la que hemos entrado ya muchos de los vecinos de abono. Hablábamos de los achaques, de la pérdida de memoria y de otros desagradables efectos. Pero también coincidíamos que entramos en cierto pasotismo, eso que ahora está tan de moda. La verdad es que en esta edad no es que nos atrevamos a hacer cosas que antes no hacíamos, sino que nos dan igual las consecuencias, y un claro ejemplo es este atrevimiento de escribir de toros en Sevilla. Un vecino decía que esta corrida era claramente para cincuentones: mala memoria para olvidarla cuanto antes y pasotismo para aguantarla hasta el final.
Un primero con motor
Vaya por delante que, en contra de casi todos mis vecinos de abono, la corrida de Cebada me ha parecido interesante. En su peso, sin excesos, solo el quinto era más grandote, seria por delante y variada de pelaje. El segundo se aplaudió nada más pisar el ruedo. También ha sido variada de comportamiento, desde el manso tercero hasta un toro primero con motor y repitiendo, y el quinto muy interesante de lidia.
Toros que dan miedo
A estas primeras corridas del abono, hasta el próximo viernes, les llamas «toristas» y «para aficionados» como si después del viernes ya no hubiera ni toros ni aficionados. La corrida de Cuadri, al igual que la anterior de Palha ha estado impecablemente presentada. Toros serios, grandes, cuajados y de un negro que daba miedo. Y ha sido mucho menos bronca, qué digo menos bronca, ha sido noble, en general muy noble, pero muy escasa de fuerza.
Deserciones
Una de las medidas que tengo de la expectación que levanta la corrida es el número de vecinos titulares de abono que regalan la entrada del día a familiares, amigos o acreedores y no vienen a los toros. El sábado, de la docena larga de ellos que tengo controlados, han desertado más de la mitad, y eso que era sábado. No quiero pensar lo que será hoy lunes. Mis vecinos de abono son gente sensata, nos conocemos de muchos años viendo toros en Sevilla juntos y todos sabemos de nuestros gustos y de nuestras debilidades, y nos respetamos, aunque los gustos de alguno no lo merezcan. Las polémicas no suelen pasar de puntos de vistas dispares. Ninguno somos profesionales del toro por lo que oigo en mi tendido son las opiniones de aficionados sin más información de lo que ven en el ruedo, ni más aspiración que pasar un buen rato, mejor si es emocionante y que se recuerde por algún tiempo.
Oigo que el Fundi ha estado en lo esperado: profesional y seguro, aunque algo embarullado con su segundo. Que Jesuli ha estado en lo esperado: acelerado, y desperdiciando su segundo toro, el único que decía algo, y que Bolívar ha estado. Oigo que Sevilla es muy novelera al darle una oreja al Fundi solo por la estocada. Oigo que el estoconazo es soberbio, pero después vino el momento de emotividad. Toro que lo sigue y lo levanta ensartado de la taleguilla. Afortunadamente no hace presa, queda ahí la cosa y toro rueda sin puntilla. Algunos sacan el pañuelo, otros lo siguen, viene el abucheo al presidente y la oreja. Es el momento emotivo. Ya tenemos algo que contar. Ciertamente hubo un precedente con una estocada de Joselito, allá por los principios de los 90. Pero el toro era otro toro y la estocada otra estocada. Recuerdo el encampanado toro de Don Álvaro Domeq, con dos pitones abiertos y astifinos, como entonces lucían los toros de Don Álvaro, esperando y cómo el torero salió limpio por el costillar después de dejar la espada en todo lo alto. Esa estocada tuvo arte. No seré yo quien niegue ni el merito ni la oreja al Fundi, pero ya digo: momentos emotivos.
Oigo que es probable que hayamos visto ya la estocada de la feria y el quite oportuno, efectuado por un peón a un compañero apurado, pues en lo que sí se han puesto de acuerdo los toros ha sido en perseguir a quien los banderilleaba hasta las tablas.
Pero el problema es que, además de oír todo esto, ha habido tiempo para hablar de otras cosas ajenas al Toro. Y eso no es bueno, al menos para la Fiesta.