Un amable aficionado y lector, al que damos las gracias, nos manda estas dos fotografías de un derechazo de José Tomás y de Diego Urdiales, éste a un toro de victorino, para que las comentemos.
Con las limitaciones de las estáticas fotografías en este arte dinámico del toreo, podemos apreciar que ambos pases son parecidos, entre otras cosas los toros se ve que van toreados, aunque hay evidentes diferencias.
El de JT, algo distanciado del toro para mi gusto, es más armónico, más estético, más natural. El de Urdiales más forzado, quizás por las condiciones del toro, que se ve con más acometida que el de JT.
Es cierto que JT se ha anunciado durante la temporada con ganaderías, digamos con más garantías de éxito, me niego a llamarlas cómodas, sobre todo por respeto a la cantidad de cornadas que ha sufrido, y que los toros son, evidentemente distintos, pero la naturalidad del torero es definitiva.
Urdiales ha tenido que forzar un poco el pase, alargar el brazo. No parece que lo vaya a rematar por abajo detrás de la cadera. Menos natural.
Si pudiéramos cambiar el toro de JT por el victorino de Urdiales, sin duda sería lo mejor, JT dando ese pase a ese victorino sería un sueño, y ojalá hubiera sido en Sevilla.
Sinceramente, y como decía Joaquín Sabina de los maridos de las Infantas, si nos ponemos a comparar, es que no hay color, perdón, sí que hay color: el negro del toro gordo del 2009.
En esto de las pinturas y los carteles, en los que ya me he declarado un absoluto ignorante, todo va según los gustos. Pero si hay algún aficionado que prefiere el «torito ensartao» del 2008 al toro gordo del 2009, es, desde luego, para hacérselo mirar, como dicen ahora.
Por ponerle pegas al del 2009, es que lo veo fuera de tipo. Ayer fui a la Maestranza a su salón de carteles, donde se presentaba el CD con el documental «Ignacio Sánchez Mejías. Mas allá del toreo», del que hablo unas entradas más abajo, con la esperanza de ver la pintura original. Pero su gerente D. Francisco Rubio, me informó que aun está en el proceso de fotografiado para que la Empresa Pagés pueda proceder a confeccionar la cartelería, por lo que me quedé con las ganas de ver el cuadro original.
El cartel tiene movimiento, no la naturaleza muerta del anterior, pero el toro está muy fuera de tipo, me parece más que gordo, obeso y demasiado peludo. Además de carnes le sobran pelos. Parece un toro invernal acorde con estas fechas. Aun así me gusta mucho, qué quieren que les diga. Encuentro muchisímo mérito a todas las pinturas, hasta le veía su gracia al «torito ensartao».
La mala noticia es que dicen que el 2009 va a ser peor que la última parte del 2008. La buena noticia es que aun estamos en 2008. Hay que aprovecharse.
Sea como fuere, les deseo a todos los aficionados que pasan por aquí lo mejor para año 2009.
El mundo del toro está lleno de símbolos. Los toreros llevan colgados del cuello medallas, crucifijos y otros símbolos religiosos y, algunos, hasta profanos como el Árbol de la vida que se ilustra al final de este comentario. Viajan con su inseparable “capilla” y realizan rituales una y otra vez antes de torear.
No es extraño. El toreo, como he dicho otras veces, es la única actividad en la que el protagonista pone la vida en juego consciente de que puede perderla. Es cierto que hay otras actividades de riesgo, como el automovilismo, el motociclismo o el alpinismo, por poner algunos ejemplos, pero en estas actividades se busca la seguridad del protagonista. La tecnología pone a su disposición habitáculos indeformables, monos con protector de la columna, arneses, cascos, oxigeno, trajes ignífugos, etc. Incluso en la guerra, actividad en donde muere más gente, hay medidas de seguridad para los contendientes, con chalecos antibalas, cascos, vehículos blindados, escudos antimisiles, etc. En el Toreo, todo lo contrario. Cualquier sospecha que pueda primar la seguridad del torero sería un fraude, si no, hace ya tiempo que habríamos visto las taleguillas impenetrables y las camisolas protectoras de la cavidad torácica.
El torero sale a jugarse la vida cada tarde, de ahí la autenticidad de la Fiesta, y por eso tantas supersticiones y manías porque, a falta de argumentos razonables, en algo habrá que fiar la seguridad y la suerte.
Pero el Toreo, que es capaz de amparar cualquier ritual por raro que sea, mantiene pocos gafes oficiales (no vamos ni a mentar las personas con fama de eso que trae muy mala suerte). Solo el color amarillo se acepta por la generalidad como desaconsejable. Sin embargo, en la Fiesta hay amarillos en los oros de los trajes de luces, de los capotes y del albero y nadie dice nada. Solo cuando Jesulín de Ubrique salía con su terno “amarillo pollito”, al abrirse la puerta de cuadrillas se escuchaba el run run del gentío que murmuraba: “de amarillo”.
Por el contrario también hay toreros con fama de afortunados, de los que dicen que se llevan siempre el mejor lote en el sorteo, o que no lo cogen los toros, o que por mucho que le tropiecen los toros, no lo hieren. No sé si estas cosas estarán más cerca de la habilidad o de la fortuna.
Hace un par de entradas comentaba en este blog acerca del cartel del año pasado con el “torito ensartao” sobre fondo amarillo, y, además de las críticas directas que recibí de sus enemigos, he visto publicado artículos sobre el gafe que ha traído este cartel. Pero no hay que olvidar que con este cartel no hubo ni un solo herido por asta de toro en toda la Feria, y eso que hubo cogidas espeluznantes, como la de Pepín Liria, y por eso sigo diciendo que el “torito ensartao” sobre fondo amarillo no fue, afortunadamente, gafe para los toreros que son los que de verdad se la juegan.
Así van los resultados de la encuesta sobre el abono del 2009, ordenadas por preferencia en porcentaje de votantes:
Número de corridas de toros:
20 – 28%
25 – 22%
10 – 15%
Número de corridas de rejones:
2 – 41%
1 – 28%
Número de novilladas:
16 – 35%
10 – 22%
2 – 9%
Matadores:
Manzanares – 15%
Perera – 14%
El Cid – 14%
Morante – 11%
José Tomás – 11%
Rejoneadores:
Pablo Hermoso de Mendoza – 33%
Diego Ventura – 32%
Novilleros:
Miguel Angel Delgado – 10%
Alejandro Esplá – 9%
Ganaderías:
Victorino Martín – 15%
Núñez del Cuvillo– 13%
Miura – 10%
Fuente Ymbro – 8%
Cebada Gago – 7%
También hay aficionados que han comentado sus preferencias por un abono separado de corridas de toros, otro de novilladas y otros de corridas de rejones.
Aquí, a la derecha, podrá encontrar el enlace para seguir votando.
La mayoría de las plazas de toros son realmente incomodas. La Maestranza no se queda atrás. Cuando el abono avanza, los comentarios de los vecinos de localidad versan, recurrentemente, sobre los dolores de espalda después de muchas tardes de sufrimiento. El de atrás te mete las rodillas en los blandos y tú haces lo mismo con el de delante en un afán infructuosos de huir del de atrás. Muchas de las bajas del abono en tardes sin expectación son para descansar «los riñones» y algunos abonados se han dado de baja definitiva por no soportar el suplicio diario que supone mantener dos horas y media cada día la espalda recta.
Muchas veces me he preguntado si es posible hallar una solución a esto. Otros espectáculos han procurado cuidar al espectador: hay cines más cómodos que el salón de mi casa. Incluso los responsables de los estadios de fútbol han hecho un esfuerzo de modernización con sillones, aunque sean de plástico, calefacción, etc. Pero la mayoría de las plazas de toros no. Se podría hacer un escalafón de incomodidad, en el top la de Jerez.
Hace unas fechas, escuchando a mi profesor Pedro Romero de Solís en una conferencia, intuí una pista de por dónde podrían venir las razones de esto. Dijo que el diseño original de la Maestranza era para 15.000 personas, en una Sevilla que entonces contaba con 75.000 vecinos. Y vino a concluir que si se restaban los curas, los pobres, los niños, los enfermos, y las mujeres (solo las cigarreras iban a los toros), resultaba que se había proyectado la plaza para que fueran a ella la totalidad de los habitantes de la cuidad. En aquellos tiempos nadie pensaba en la comodidad del pueblo, que no se consideraba en términos de espectador.
Puede ser que la comodidad esté reñida con la estética, pero seguro que las necesidades de aforo pesan más. A mayor comodidad, menos espacio, menos personas y, o menos recaudación, o más caros aun los precios. No sé, no sé, quizás lo mejor es que nos quedemos como estamos y que se fastidien los riñones. Otro día hablaremos de los precios.
Referente al abono de la temporada taurina de Sevilla del 2009, la primera sorpresa nos la llevaremos con el cuadro elegido para ilustrar los carteles y las entradas. En los últimos tiempos este cartel no ha dejado indiferente a nadie. Siendo la Maestranza una institución tradicional, se descuelga últimamente con unos diseños vanguardistas alejados de todo convencionalismo. Yo, que reconozco que de pintura sé aun menos que de toros, tengo que decir que me gustan estos diseños rompedores que dan que hablar. Incluso el “toro ensartao” o el “pincho de toro” de la temporada 2008 que ilustra este comentario tiene su gracia.
Formar el abono de Sevilla tiene que ser realmente complicado. Con independencia de las cuestiones económicas, fundamentales, hay que conciliar los deseos, peticiones y exigencias de toreros, representantes, ganaderos y demás implicados. Pero los deseos de los abonados no sé en qué lugar quedan.
Ser empresario en este país constituye una heroicidad. Trabajan para la Agencia Tributaria, completando infinidad de documentación y pagando, para la Seguridad Social, para los sindicatos, para los empleados, para las entidades financieras, para clientes, proveedores, para la Cámara de Comercio, para el Ayuntamiento, en fin no sigo, pero reconozco la dificultad y el poco tiempo que le queda, a veces, a un empresario para dedicarse a su negocio.
Como esto «del Internet» nos da posibilidades de decir y que se sepa lo que pensamos, a partir de hoy vamos a abrir una encuesta para votar por nuestras preferencias sobre el abono 2009, en lo referente a número de festejos, toreros, ganaderías, etc. Pueden encontrar el enlace al final de este texto. Si hay un número suficiente de opiniones las iremos publicando periódicamente para que no queden en saco roto y se puedan saber las preferencias de los abonados, en este caso clientes, de la empresa de Sevilla.
Así podremos opinar sobre si los actuales 29 festejos en el abono nos parecen muchos o pocos; si las novilladas deben de ser en los domingos del caluroso junio o en los viernes de septiembre, como la última que nos regaló la empresa; los encastes de las ganaderías preferidas; los toreros favoritos; si se debe traer a José Tomás y conciliar sus legítimos derechos de explotar su imagen con la búsqueda de rentabilidad en la venta televisiva de toda la Feria. En fin, que se puede votar para conocer la opinión de los lectores aficionados que pasen por aquí.
En mi época de estudiante universitario, mi entonces profesor, y ahora amigo, D. Antonio Pascual, intentó que entendiéramos los secretos de la Estadística. Sí, esa denostada ciencia que como tanto se dice, si se da la circunstancia de que usted se come un pollo y yo no, concluye indicando que nos hemos comido cada uno medio pollo. Al final aprobé la asignatura y creo que mi profesor tuvo cierto éxito.
Creo que entiendo un poco de Estadística, lo justo para aplicarla en mi profesión, y no me gusta la trivialización actual, en la que hay estadísticas para todo. Especialmente chocantes son las deportivas. Se puede entender en la individualidad del golf o del béisbol; pero en deportes de equipo pueden resultar engañosas. Muy antiguas son las del baloncesto, y supongo que deben de servir porque los entrenadores las manejan, pero creo que no ponderan adecuadamente las dificultades de los lanzamientos, las actividades de bloqueo y otras circunstancias difícilmente mensurables. Las de futbol son del todo ineficaces, «las estadísticas están para romperlas» es el soniquite que repiten sin cesar los implicados. Salen los pases acertados, sin decir si son “palante” o “patrás”, defensivos u ofensivos, al pié o al hueco. Sólo son curiosos los datos de los kilómetros recorridos por los sustituidos. Creo que algunos deportistas de equipo pueden afectar el rendimiento del colectivo por el hecho de querer maquillar sus estadísticas individuales.
En el Toreo, afortunadamente existen pocas estadísticas. Imagínense: torero número uno: pases de tanteo 4; verónicas 5; medias verónicas 1; metros ganandos con el capote 7; derechazos 22; naturales 5; toro vivo 23 minutos ¡Que horror! Lo más parecido a las estadísticas es el conocido escalafón, del que copio los 20 primeros puestos de la temporada 2008.
Obtenidas de mundotoro.com donde podéis encontrar otras estadísticas.
Como ven, está ordenado por número de festejos toreados y no nos dice mucho. No vemos ni a José Tomás, que entre sus tardes escogidas y las cornadas, solo totalizó 20 corridas estando en el puesto número 41, ni a un torero con cartel en Sevilla, Morante de la Puebla, con una temporada corta de 28 festejos, en el puesto número 32.
Si nos centramos en los festejos en las plazas de primera, solo cinco matadores han superado los 20 festejos: El Juli, El Cid, Perera, Ponce y, curiosamente, El Fundi matando corridas duras. Si nos fijamos en orejas cortadas en plazas de primera solo 3 matadores han pasado la media (palabra básica en Estadística) de una oreja por tarde: José Tomás (2,4), El Juli (1,3) y Perera (1,2).
Así podríamos seguir entreteniéndonos un rato, curioseando datos y cifras, pero nuestra percepción de lo que nos gusta y de lo que no nos gusta en los toros no iba a cambiar. Es una suerte que el arte no se pueda medir.
La semana pasada asistimos a dos eventos relacionados con el toreo. Por un lado a la presentación del documental “Ignacio Sánchez Mejías. Más allá del toreo” dentro del Festival de Cine Europeo de Sevilla, y de otro al seminario “La tauromaquia y las nuevas tecnologías de la información” organizado por la Cátedra Ignacio Sánchez Mejías de Comunicación y Tauromaquia de la Universidad de Sevilla. Como ven, en invierno (el otoño apenas existe en Sevilla) también se pueden hacer cosas relacionadas con el toreo.
El documental me encantó, y era la opinión generalizada de todos los miembros de la familia que estuvimos en el estreno. Salimos emocionados por los recuerdos evocados e incluso vi alguna lágrima a mi alrededor durante la proyección. Está hecho con buen gusto y mucha delicadeza hacia todas las partes, cosa difícil dada la fuerte personalidad del torero. Las palabras de presentación de su productor, Olmo Figueredo, fueron sencillas, precisas y elegantes, las intervenciones de Manuel Grosso siempre sensatas y conocedoras de la materia y las de Andrés Amorós muy atinadas. Las fotografías están tratadas con una tecnología parecida a las tres dimensiones, entrando en ellas desde diversas perspectivas, lo que les otorga gran verismo
Al seminario, que duró dos días, asistieron setenta alumnos de la Universidad de Sevilla, y desde aquí quiero felicitar al director de la Cátedra Ignacio Sánchez Mejías de Comunicación y Tauromaquia, profesor Juan Carlos Gil, y a todos los intervinientes por lo ameno e interesante que resultó. Las conferencias de mi profesor Pedro Romero de Solís y del catedrático de la Universidad Complutense Alejandro Pizarroso fueron especialmente didácticas y muy aplaudidas. El seminario se celebró en el Salón de Carteles de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla y, solo por ver otra vez los cuadros originales de las imágenes que han ilustrado las entradas a la plaza de toros durante tantas temporadas ya merecía la pena asistir. Su Teniente Hermano Mayor, inauguró y cerró el Seminario. En la clausura destacó la Delegada del Gobierno en Andalucía como interesante aficionada. Intervinieron prestigiosos periodistas y críticos taurinos. Es esperanzador ver a tanta gente joven interesada en el toreo.
Vaya por delante mi admiración y absoluto respeto por un torero al que han cosido a cornadas esta temporada y que ha salido cada tarde a jugarse la vida sin cuento y a no defraudar a cuantos han pagado por ver el espectáculo.
He visto a JT (como lo citan sus incondicionales) unas pocas veces esta pasada temporada. En Córdoba salí con la mosca detrás de la oreja, en su segunda comparecencia en Madrid se me quito “el mono” de verlo y en El Puerto, ya me desengañé.
A este torero le han tropezado los toros demasiado este año. En las dos últimas corridas que le he visto lo han cogido 4 toros y le han dado 5 cornadas. Eso no puede ser, y aunque ha mejorado algo en este sentido al final de la temporada, algo falla. En una de las corridas comentaba mi acompañante, científica ella, que este torero no es que hubiera perdido el instinto de supervivencia, es que parecía haber perdido el instinto animal de la huida. Ese que nos hace levantar el pie cuando paseando descalzo por la playa pisamos una piedra, o retirar la pierna cuando nos quemamos con el dichoso escape de la moto o quitar el dedo inmediatamente que nos pinchamos con un alfiler. No, JT no se retira, no se enmienda, no se quita. Una cosa es que admiremos al torero que aguanta un parón del toro o una mirada, siempre con la esperanza de que el toro finalmente obedezca el engaño. Pero ya es diferente que cuando la cogida es inevitable, cuando el toro va claramente por ti, cuando ya no hay, no probabilidad, sino ninguna posibilidad de que el toro no te lleve por delante, no te enmiendes un poco, no rectifiques, no te quites e, inevitablemente, te dejes coger.
Que José Tomás sabe torear es indudable, todos le hemos visto faenas cumbres, pero lo que ha hecho en muchas tardes esta temporada es otra cosa. Me ha impresionado sí, como a casi todos, pero no me ha emocionado. Ha sido un espectáculo para los que se creen élite, para los que van a verlo y a que los vean, a esos que no son aficionados y solo van a los toros a ver a su JT para poder contarlo. En Las Ventas, sin ir más lejos, en vez del público exigente e insatisfecho de siempre, me encontré una plaza hipnotizada que aplaudía, como único e irrepetible, todo lo que hacía el torero.
Los gestos de José Tomás no los vamos a discutir. Es impresionante que un hombre con una cornada grave en la axila derecha desde su primer toro en El Puerto, sea capaz de matar los tres toros de su lote sin un mal gesto que nos hiciera sospechar de la herida, y que nos tengamos que enterar de ella leyendo la reseña del día siguiente; la cornada del glúteo sí la sabíamos porque la sangre le llegaba a la zapatilla. Y aun así esperó en el callejón a que Morante “tomase aire” en la enfermería durante 15 minutos antes de matar su último toro, cuando él ya había acabado con su lote y podría haber ido a curarse. Es incuestionable que llena las plazas y que ha sido un fenómeno social y local allá por donde ha ido.
JT es lo moderno, eso que no se televisa para las masas, lo de moda, lo elitista, lo caro. Como esa cocina que “desconstruye” tortillas, que hace aceitunas de aire y pompas de habano, esas cosas que nos impresionan pero que no nos llenan. Lo dicho JT ha sido en muchas tardes de esta temporada el toreo deconstruido.
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