Los toros de El Torreón han manseado, han huido y se han pasado la tarde pegando arreones y escarbando. El tercero parecía el toro del desierto porque encontró la boca de riego de tanto escarbar y allí que se iba cada vez que podía a pegar pezuñazos. Algunos han tenido genio, dificultad e incluso peligro como el último con el que Daniel Luque ha estado muy valiente. También es verdad que algunos toros eran cinqueños muy largos y eso se ha hecho notar.
Hemos comentado que ha habido detalles en casi todos los tercios. Algunos toros han aguantado bien los dos o tres primeros capotazos; hemos visto picar bien, creo que a “Chocolate”; oportunos quites de subalternos a compañeros en peligro, más meritorio el de Luis Blázquez, al que Ponce tuvo el detalle de felicitar; buenos pares de banderillas, magnífico Curro Robles en el último en el que lo hizo todo él; buenos comienzos por bajo de inicio de faena de Enrique Ponce a sus dos toros; pases sueltos de Manzanares, y buenas estocadas, sobre todo de Daniel Luque a su primero. Un poco de aquí y de allá, pero sin que ningún toro descollara.
Hablando de estocadas, hay que destacar la espada “automática” de Manzanares, porque después de dejar un pinchazo sin soltar, el estoque se introdujo después sólo, y no como una estocada corta, sino hasta las cintas. En ese toro, que ha sido el más potable, Manzanares cuajó buenos pases con su gusto habitual, pero no consiguió hilvanar faena. Tampoco Ponce lo hizo, incluso tuvo que oír que le gritaran desde el sol “¡Pico!” cuando toreaba al natural ¡Las cosas que se escuchan! Daniel Luque ha pechado con el peor lote, pero ha estado muy valiente.
Hemos comentado en el tendido, a falta de otras emociones, el mal gusto de algunos peones en la vestimenta, esos rosas pálidos, mandarinas, coral o frambuesa, combinados con el azabache quedan chocantes. Comentaba un vecino que parecía que las telas las compraban en los chinos.