Estas corridas del sábado de farolillos las ha convertido la empresa en una especie de homenaje al turista. Toreros que conoce el gran público, y cuyos nombres suenan a esos visitantes que quieren ir a los toros en la Feria de Sevilla y que, probablemente, sea la única vez que lo van a hacer en todo el año. El cartel de El Cordobés, Rivera Ordóñez y El Fandi, se puede dar perfectamente un domingo de agosto en Puerto Banús, y el público asistente no crean que iba a diferir mucho del de hoy en la Maestranza. El abonado huye ante lo que le espera y deja su sitio a un público festivo, bullanguero y con ganas de divertirse. De mis vecinos y alrededores sólo cuatro hemos mantenido el tipo, de forma que hoy no les voy a contar, como otras veces, lo que escuché en mi tendido, porque no tendría sentido.
La corrida de Torrestrella ha estado, en general, bien presentada, aunque algunos con poca fuerza. Han cumplido en caballos y se han dejado en la muleta, unos más que otros. El Cordobés ha sorteado el mejor lote, ambos con las fuerzas justas, y ahí ha estado el hombre pegándole cien pases a cada uno de sus toros, sin decir nada, en su estilo, perfilero, sin cruzarse y sin gracia. Habla con el público, cae muy bien y la gente lo quiere. Es un torero honrado que hace lo que sabe, aunque no comulguemos con su estilo. El primer toro de Rivera no tenía emoción y el sobrero de Toros de la Plata se echó durante la lidia y no se paraba a la hora de la muerte. Rivera ha pasado desapercibido.
El Fandi anda con los toros con la seguridad que le dan los doscientos que mata cada año y esas dos piernas que Dios la ha dado. La única incógnita de la corrida era ver si había aprendido a templar y, desgraciadamente, aún no. Cierto es que ha pechado con el peor lote, su primero tenía cierto peligro y su segundo, siendo un toro repetidor, humillaba poco y embestía con genio. En banderillas bien con su primero, sonando un pasodoble rarísimo, con un solo de trompeta más propio del gitano con la cabra que de la Maestranza, y en su segundo, cosa rara, falló dos veces. En este último toro, y como los toreros le han dado voz al público hablando con ellos, ha habido una especie de motín generalizado, porque no sonada la música, con gritos a coro, palmas incluidas. Lo nunca visto en la Maestranza. Corrida turística.