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Muchos de los artículos de este año los estamos escribiendo en la nueva sede del Casino Los 40. Cercano a la plaza de toros, tranquilo y con buenos aficionados es un sitio ideal, no solo para escribir estas líneas sino para después tomar una copa y comentar los avatares del festejo, tanto con los socios que vuelven de la plaza, como con los que lo ven aquí cada día por televisión. De forma que agradecemos su hospitalidad.
Los victorinos no dejan indiferente a nadie. Podemos discutir si los toros estuvieron por encima de los toreros o viceversa, si el cuarto se merecía la vuelta al ruedo o no, pero hemos visto un festejo entretenido y emocionante por momentos y eso ya es bastante en los tiempos que corren.
El cuarto fue un gran toro en la muleta. «Mecanizado» un cárdeno precioso, el único de la tarde por cierto, hizo una buena pelea en varas, pero salió suelto en los dos puyazos. En la muleta fue un toro de bandera al que Ferrera hizo una faena de torero maduro, con hondura y conocimiento. Lástima de pinchazos si no hubiera cortado las orejas.
Escribano ha tenido dos toros típicos de este hierro. Exigentes, que se volvían rápido y medían al torero y sus embestidas. Su primero fue perdiendo fuelle durante la faena y a su segundo no lo templó en los primeros muletazos y ya no se hizo con él. Destacar un par al quiebro citando sentado en el estribo de mucha exposición. El Cid no ha tenido su tarde, inciertos sus toros, con parones y miradas, pero no ha acabado de convencer al público. Tiene un reto muy exigente al anunciarse con seis de este hierro en Madrid y le deseamos la mejor de las suertes. Han picado bien Grillo y Ruiz Román.
El festejo, por las banderillas de los matadores a cuatro toros y las vueltas al ruedo de toreros y toro, ha durado dos horas y media largas, pero no ha pesado nada. Así sí creamos afición.