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Ignacio Sánchez Mejías y la emoción

El verano pasado el amigo y escritor jerezano Manuel Francisco Reina me pidió que escribiera algo de la relación de Ignacio Sánchez Mejías con el flamenco para un monográfico de la publicación «Entre Ríos». Me salió esto:

Ignacio Sánchez Mejías y la emoción

Podríamos destacar muchos rasgos del carácter de una persona tan excesiva en todo lo que hizo como Ignacio Sánchez Mejías. Pundonor, perseverancia, afán de superación o audacia, pero si tenemos que quedarnos con alguno, sería la pasión.

Audacia tuvo para embarcarse de polizón con 17 años en el trasatlántico Manuel Calvo, pensando que el destino era México, pero el barco iba a Nueva York. Lo descubren durante la travesía, y al llegar a Estados Unidos, lo toman por delincuente y lo encarcelan. Gracias a las gestiones de un hermano de Ignacio, mi abuelo Aurelio, que por entonces estaba en México, logran que lo embarquen para ese país. Ahí comienza su vida taurina, se coloca de empleado en la plaza de toros de Morelia, donde pasa de limpiar cuadras y establos a banderillero.

Afán de superación hay que tener para evolucionar de banderillero en México a figura del toreo mundial. En la Edad de Oro del toreo de Joselito “El Gallo” y Juan Belmonte, se codeó con ellos y compartió cartel el día de su alternativa en Barcelona. A la muerte de Joselito, cuando empieza la llamada Edad del Plata del toreo, Ignacio es su primera figura y su máximo exponente. Esto no se logra sin el pundonor y perseverancia que Ignacio manifestó cada tarde en un ejercicio de emoción y heroicidad. Basó su carrera de torero en el riesgo desmesurado y la temeridad. El tratado de toros “El Cossío” define así su toreo: “La valentía más auténtica y sobrecogedora que nunca se haya exhibido en los ruedos. El valor de Sánchez Mejías superaba el concepto que de tal cualidad moral podamos tener. No era sólo desprecio absoluto del riesgo, sino que daba la impresión de ignorancia total del peligro”.

La pasión con la que Ignacio impregnó todas sus actividades es admirable. Fue presidente de la Asociación de Matadores de Toros y Novillos, defendiendo los intereses y los honorarios de sus miembros, lo que le acarreó la enemistad con empresarios, e incluso que lo vetaran en varias plazas; fue presidente de la Cruz Roja incrementando notablemente su actividad solidaria; fue presidente del Real Club Betis Balompié poniendo los cimientos del único título de Liga que posee y que ganó a los pocos años de dejarlo Ignacio; fue pionero de la aeronáutica sevillana, con la creación de su aeródromo para dirigibles comerciales, que querían hacer la ruta Sevilla – Buenos Aires, nada menos. Ignacio destacaba por su atractivo personal, y no sólo con las mujeres, allí donde estaba era el centro de la atención social. Cuando iba a México o a Lima, alquilaba una casa y allí se daban las fiestas y se reunían los personajes locales y visitantes. Fueron famosas las fiestas en Pino Montano, donde acudieron personas de todo tipo y condición. Su vida social era tan variada que incluso se publicó que estaba propuesto para Gobernador Civil por parte del Gobierno de la República, a pesar de su amistad con Sanjurjo. En aquellos tiempos del nacimiento de las vanguardias, cuando empezaban los “sportman”, Ignacio tuvo tiempo para todo: Jugador de polo, futbolista, acosó toros desde un automóvil, practicante de boxeo, de deportes de invierno, actor de cine, piloto de aeroplano. Fue el primer torero en volar en avioneta, desde un pequeño aeródromo montado cerca de su finca de Pino Montano, para ir a torear.

Por si todo esto fuera poco también destacó, y mucho, por su obra literaria. Empezó con escritos costumbristas y taurinos que fueron publicados en periódicos, y también publicó en La Unión crónicas de sus propias corridas de toros. Tiene escritas cuatro obras teatrales y estrenadas dos: “Sin Razón”, de la que hay que destacar que es la primera aproximación a Freud de la literatura española, estrenada en Madrid por la compañía de Fernando Díaz de Mendoza y María Guerrero. Y “Zaya”, estrenada en Santander, con asistencia del Rey. También tiene escrita una novela y varios poemas.

Reconocido como mecenas de la Generación del 27. Ideó y organizó, junto con el ateneísta D. José María Romero Martínez, los actos de tricentenario de Góngora en Sevilla, que dieron lugar al nacimiento de la Generación del 27. Convenció a sus jóvenes amigos vanguardistas de Madrid para venir a Sevilla. Las fiestas que se organizaron en Pino Montano se quedaron en el recuerdo de todos los poetas. Su biógrafo, el profesor Andrés Amorós, lo destaca como el “pegamento” que unía a todos los miembros de la Generación del 27. De ahí se derivó una gran amistad con todos ellos, destacando la de Rafael Alberti, al que hizo vestirse de luces y hacer el paseíllo en la plaza de toros de Pontevedra. Y por supuesto con Federico García Lorca.

Pasión tuvo por el flamenco. Y debilidad por el cantaor Manuel Torre, al que llamaba para cantar en su finca de Pino Montano en cuanto tenía ocasión. Del que decía textualmente: “Es algo que estremece. Es algo único. Le oyes una seguiriya y ya no te importa morirte. Ya no puedes encontrar en el mundo belleza que iguale el cante de Manuel Torre”. Como ejemplo de la peculiaridad y del carisma de este cantaor transcribo lo escrito por una persona tan poco sospechosa de folclórica como Antonio Díaz Cañabate: “Media noche, acabamos de entrar en la estancia. Ignacio Sánchez Mejías un par de franceses amigos suyos, Manuel Torre, otro cantaor, una bailaora y un guitarrista. Ignacio, gran admirador suyo nos había estado ponderando su arte toda la cena. Manuel Torre se sentó en un sillón y empezó a beber vino, callado, como ausente en la reunión. El otro cantaor, cantó. La bailaora bailó. Manuel Torre ni miraba la danza ni escuchaba el cante. Ignacio nos informó <Hay que dejarle, es un gitano puro>. Las tres de la madrugada. Manuel Torre se bebería sus treinta copas de aguardiente. Empezó … ¿a cantar? No. A hablar. Hasta las cinco de la madrugada estuvo hablando de galgos sin parar. Los franceses se durmieron borrachos perdidos. Entraron las claras del día. Bajito le pregunté a Sánchez Mejías: ¿Tú crees que cantará? Y me contestó muy compungido <Me temo que no. Cuando la toma con los galgos a lo mejor no canta hasta las dos de la tarde>. Me espanté: ¿Pero no vamos a estar aquí hasta las dos de la tarde? Ignacio con toda naturalidad me repuso <¡Ah claro! Tú no sabes lo que es una seguiriya cantada por este hombre>. Lo supe exactamente a las nueve y media de la mañana. Ignacio Sánchez Mejías, aquel hombre tan hombre, lloraba. Yo tenía la carne de gallina. Recorría mis nervios el escalofrío de la más intensa emoción. Han pasado muchos años. Ninguno me produjo la honda, la jonda, emoción del cante por seguiriyas de Manuel Torre”. Se explica no sólo la admiración de Ignacio por el cantaor, sino también la de García Lorca que dijo de él que era “el hombre con más cultura en la sangre que había conocido”. Alguna vez Ignacio telefoneó a su amigo Federico a Madrid, despertándolo a mitad de la madrugada sólo para que escuchara cantar flamenco desde Sevilla.

Pasión también puso para promover “Las Calles de Cádiz”, junto con su amante “La Argentinita” y su amigo Federico García Lorca. Un espectáculo flamenco que se elevó por primera vez de categoría, para competir con la ópera y el ballet. Poco se ha destacado la creación de este espectáculo pionero en el mundo del flamenco que tuvo mucho éxito. Ignacio quería un espectáculo auténtico. Fue contratando a los flamencos, cantaores y chiquillos que lo interpretaban a diario por las calles de Sevilla, Cádiz y Jerez. Buscaba lo auténtico y original, no lo conocido en los tablaos. Se pueden imaginar la dificultad de meter en cintura a esos artistas libres, y la perseverancia que hay que tener para ello. Las anécdotas de su organización son muchas, como la contada por Rafael Alberti en su “Arboleda Perdida” para la contratación de El Chele, un gitano de Jerez que vivía de hacer números en las calles o donde lo llamaran. Ante Ignacio y Rafael les hizo el número que él llamaba “del cepillo”, en el que mientras hacía un magnífico zapateado, se cepillaba con ritmo y gracia el traje. Ignacio le dijo que lo contrataba para el espectáculo y que, además de pagarle vestidos, fonda y viajes, le daba diez duros diarios sólo por hacer ese número. El Chele se les quedó mirando pensativo, le pidió a Ignacio un lápiz, sacó del bolsillo un papelucho medio roto, escribió unos garabatos, los estudió y concluyó rotundo “No me conviene, pierdo dinero”. Ante la extrañeza de Rafael y de Ignacio argumentó que ese empleo y los magníficos diez duros diarios no iban a durar para siempre, que él vivía de ser gracioso y de dar en la calle los sermones que oía en la iglesia a los curas, y que cuando volviera a Jerez iban a decir que “El Chele ha vuelto rico”, y que nadie lo volvería a llamar para hacer sus gracias. “Así que no me conviene don Inasio. Pierdo dinero. Buenos días ¡Óle! Me voy”. Inapelable argumento de sabiduría popular.

Del espectáculo Las Calles de Cádiz, cuentan Andrés Amorós y Antonio F. Torres en su libro “Ignacio Sánchez Mejías, el Hombre de la Edad de Plata», que también había grandes nombres del flamenco, poco conocidos fuera del ámbito local. Uno de ellos era el cantaor Ignacio Espeleta, del que se dice en el libro lo siguiente: “En uno de los últimos ensayos de Las Calles de Cádiz debía de cantarle a La Malena y a La Macarrona, que acababan de entrar en escena, pero, llegado el momento, tras un día de juerga, Espeleta no se acordó de la letra. Ante el temor de que Ignacio, que supervisaba el ensayo, se enfadara y le dejara sin cobrar, Espeleta improvisó y comenzó a cantar la siguiente letra sin sentido: <Tiri ti tan, tan, tan>”. Nos podemos imaginar las caras de La Malena, de la Macarrona y de Ignacio, pero pasado el tiempo este “tiri ti tan, tan” es uno de los estribillos más populares del flamenco.

Sirvan estas anécdotas para ilustrar las dificultades del montaje de Las Calles de Cádiz, a pesar de las cuales, al final lograron montar un magnífico espectáculo que se estuvo representando con mucho éxito.

En compensación a la colaboración y la ayuda de Federico García Lorca en la creación de este espectáculo flamenco, sobre todo en los arreglos musicales y las letras, Ignacio se comprometió a dar una conferencia a los alumnos de Federico de la Universidad Columbia, Nueva York en 1929. Fue una conferencia taurina, y se pueden ustedes imaginar la sorpresa de los estudiantes americanos de 1929 ante un torero hablándoles del mundo del toro. Según el profesor Romero de Solís, que estudió los pormenores de esta conferencia, Ignacio explica la Tauromaquia por su relación simbólica entre lo que es la lucha entre la Vida y la Muerte. Con esta premisa va desentrañando cada suerte y cada elemento que interviene la lidia: torero, toro, capote, muleta, banderillas, espada, caballo, vara, puntilla, etc., para que esos estudiantes entendieran algo de lo que es la Tauromaquia.

En la conferencia decía: “Cuando la humanidad esté en un grado tal de civilización que no quede ninguna crueldad, entonces sería cosa de suprimir las corridas de toros. Pero mientras los seres humanos hablen tranquilamente del número de hombres que cada nación puede matar en un momento determinado, hablar de la crueldad de las corridas de toros es ridículo”. Esta frase sigue vigente casi cien años después. También les intentaba explicar cómo siendo un espectáculo que ellos podían ver como cruel, no lo era, o no lo percibíamos como tal: “En verdad, en la realización de las corridas de toros la crueldad es vista y no vista. La educación artística de un individuo, de una sociedad o de una nación no puede improvisarse, es cuestión de siglos. Por eso España, país de artistas, presencia las corridas de toros sin dar importancia a la sangre derramada, porque están en juego, sobre todo, valores artísticos y vitales irrenunciables”. Ignacio también decía: “El torero se juega la vida a cara o cruz sin más ventaja que su inteligencia. Todas las ventajas son del toro”. Fíjense la percepción que tiene el torero sobre la libertad del animal con el que se enfrenta. Sigue diciendo “El toro dispone de la muerte y tiene la intención de utilizarla. El toro es la bala que viene directa a matarnos. La virtud del torero es no asustarse de la muerte”. Y concluye diciendo “La ciencia de la tauromaquia consiste en el arte de burlar la bala”. Como pueden ver intentaba explicar el arte de la Tauromaquia sin esconder ninguno de sus aspectos más controvertidos. Por lo que hemos podido saber, la conferencia fue un éxito y gustó mucho a García Lorca.

Ignacio Sánchez Mejías fue un personaje inmenso del que sorprende que hiciera tantas cosas y tan bien en tan pocos años. En lo que emprendió quiso llegar a ser el mejor, y muchas veces lo consiguió. Varios de sus amigos del 27 le escribieron poesías a su muerte, como Miguel Hernández y Rafael Alberti, pero el poema de Federico García Lorca, “Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías”, que pasa por ser la mejor elegía en lengua española, lo hizo inmortal. Esa inmortalidad literaria lo ha minimizado como torero, oscureciendo de alguna forma una personalidad tan atractiva y poliédrica como fue la de Ignacio. Contaba el profesor Manuel Grosso que dando una conferencia en El Cairo, lo interrumpieron para que les aclarara que Ignacio Sánchez Mejías era una persona real y no alguien imaginario al que García Lorca había dedicado el Llanto. El profesor Grosso no se lo podía creer y pasó a hablarles de la vida y milagros de Ignacio para que se enteraran bien de que era un hombre de carne y hueso.

Sirvan estas letras para reivindicar su persona y también para darle la razón a Federico cuando le escribió:

Tardará mucho en nacer, si es que nace

Un andaluz tan claro, tan rico de aventuras

Ignacio Sánchez-Mejías Herrero

El Puerto de Santa María, agosto de 2023

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4 respuestas a «Ignacio Sánchez Mejías y la emoción»

Que crónica más completa y pormenorizada de Ignacio Sanchez Mejias .
Enhorabuena D. Ignacio , no ha faltado nada , pues más no pudo hacer el personaje . Completo en todos los sentidos, hombre valiente , artista plástico , reconocido por la amplia sociedad, donde se incluyeron artistas de renombre , pasional , creador de escuela y varias actividades que son hoy rutinarias y
Mucho más….
Que visión tuvo Ignacio cuamdo expuso , que si bien la tauromaquia es una actividad trágica y violenta, está se acabará , cuando los hombres , dejen de matarse unos a otros … visionario sin lugar a dudas .
Vuelvo a repetirle , enhorabuena, por darnos esta visión tan interesante y extensa del cuñado del Rey de los toreros .. Joselito el Gallo . Otro que merece , y lo sé , que usted también está documentado, una extensa crónica de su vida

Muchas gracias y saludos cordiales

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