Los amigos del Club Taurino de Pamplona me volvieron a pedir que les escribiera algo de Sevilla para su revista anual, que iban a sacar aunque este 2020 no hubiera sanfermines, lo cual tiene mucho mérito. Esto fue lo que me salió
La Feria de Sevilla
Cada plaza de toros tiene su particular forma de presenciar y participar en los festejos, su idiosincrasia, que dirían los que saben. La Maestranza de Sevilla y la Monumental de Pamplona serían dos ejemplos claros de plazas con su particular forma de participar en los festejos.
En el pasado, el abono de Sevilla estaba compuesto por aficionados y profesionales que tenían un criterio bien fundado. Cuando yo era joven, si mirabas a los tendidos de Sevilla, te encontrabas con gran cantidad de profesionales y antiguos profesionales, ganaderos, matadores, subalternos, apoderados, veedores, y mucha gente de campo. Otra característica de la plaza es que la sombra estaba entera abonada y gran parte del sol también. Esto hacia un público regular, entendido y homogéneo. Un conocido crítico taurino, decía que donde más trabajo le costaba escribir era en Sevilla, porque mientras en otras plazas los asistentes leían al día siguiente la crónica de la corrida para enterarse de lo que habían visto, en Sevilla la leían para saber si el periodista se había enterado de lo que había visto. Cuestión de firmeza de criterio.
Desgraciadamente esto ha cambiado, y mucho, en los últimos tiempos. De los más de 8.000 abonados, hemos pasado a menos de 2.000, dicho esto con todas las reservas porque no se publican datos por parte de la empresa. Esto, unido a la pérdida de aficionados con criterio y a la irrupción en la plaza de un público poco entendido y mayoritariamente triunfalista, que va sólo a pasarlo bien, y a que se corten muchas orejas para poder contarlo después, ha hecho que la Maestranza de Sevilla, haya perdido el norte de antaño, y ahora sea una plaza como otra más, sin criterio definido, y absolutamente irregular, en función del público que asista. El haber otorgado tres indultos en las últimas nueve ferias, da idea del actual triunfalismo y de la pérdida de identidad de la plaza.
La empresa organiza los carteles en función del nuevo público que va a la plaza. Ha declarado perdida la batalla de un abonado que no va a volver. Y no va a volver porque antes se necesitaba ser abonado para entrar a la plaza, porque se vendían pocas entradas sueltas y estas eran caras de reventa o de sol. Y ahora puede pedir entradas sueltas para los cinco o seis festejos que le interesan y las tiene. Conclusión, organiza los carteles previendo cinco o seis llenos de no hay billetes, y con eso salva la temporada. Como el público actual quiere ver sólo a las figuras que conoce, y que estas corten muchas orejas, se organiza la Feria para ellos. Sin ellos el público no va. Conclusión, la Feria se organiza para la figura, el cliente actual es la figura, el cliente que cobra, mientras el público se dedica a pagar y a sacar el pañuelo. Y la figura, para que se contrate, quiere su toro e ir arropada por otras figuras, porque sola no llena. Y el público quiere figuras, no toros.
Los carteles de Sevilla de este fallido 2020 son clara muestra de ello. Que en 15 corridas de toros programadas haya cuatro hierros que hacen doblete, es, además de una aberración, una clara muestra de que mandan las figuran, que han exigido sus toros, y como había más figuras que toros, han tenido que repetir a Garcigrande, Victoriano del Rio, Juan Pedro Domecq y Núñez del Cuvillo. No es que ya quieran el mono encaste, es que vamos camino de la mono ganadería. Y después todos muy arropados entre ellos, carteles rematados, como gustan por aquí. Todas las figuras acompañándose las unas a las otras.
2 respuestas a «La Feria de Sevilla»
Totalmente de acuerdo, comos siempre, Ignacio. Saludos desde Manzanares.
Me alegra coincidir Francisco. Saludos