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Ignacio Sánchez Mejías, un hombre excesivo

Los aficionados del Club Taurino de Pamplona, me pidieron una colaboración para su revista, sobre Ignacio Sánchez Mejías, para conmemorar el centenario de su alternativa. Ciertamente, casi ningún homenaje ha habido de esta efemérides, de forma que antes de que acabe el año, quiero dejar constancia del artículo que se publicó este verano en su revista.

Ignacio Sánchez Mejías, un hombre excesivo

Este año 2019, se conmemora el centenario de la alternativa del diestro Ignacio Sánchez Mejías. Ésta tuvo lugar en la plaza de toros de Barcelona, el 16 de marzo de 1919, con toros de Vicente Martínez. El padrino fue nada menos que José Gómez Ortega, Gallito, El Rey de los toreros, y el testigo nada menos que Juan Belmonte. Este fue el mejor cartel que se pudo componer en la Edad de Oro del Toreo. Al toro de su alternativa, “Buñolero”, le cortó Ignacio la oreja. Pero vayamos por partes.

Ignacio Sánchez Mejías, nació el 6 de junio de 1891, y fue de los pequeños de una familia muy numerosa. Su padre, mi bisabuelo Pepe, médico, hijo a su vez de médico, y su madre, la bisabuela Salud, una mujer de carácter. El nacimiento tuvo lugar en la entonces casa familiar, en la calle de La Palma, en el entorno de la Alameda de Hércules. Era una familia acomodada, ya que el padre no sólo atendía lo público como médico del Ayuntamiento y de la Beneficencia, sino que tenía prestigio para atender a las familias pudientes de Sevilla.

La educación en la casa, con tantos hermanos era espartana, e Ignacio pronto destacó por su inquietud e indisciplina. Se escapaba del colegio y lo tenían que traer los guardias de vuelta a casa, de donde se volvía a escapar. En ese entorno conoce a Joselito el Gallo, juegan a los toros y entrenan, en la huerta del padre de Ignacio, llamada del Lavadero, en terrenos de El Alamillo. El padre quería que fuera médico y él le decía que iba bien en los estudios y que incluso ya lo dejaban hacer algunas prácticas médicas, pero la realidad es que tenía los estudios muy abandonados y no había acabado ni el bachillerato.

Cuando la situación no pudo sostenerse más, y llevado por su afán de aventura, se embarca en Cádiz, con 17 años, de polizón con “El Cuco”, en el trasatlántico Manuel Calvo, pensando que el destino era México. Pero el destino fue Nueva York, además los descubren durante la travesía, y al llegar a Estados Unidos, los toman por delincuentes y los encierran. Gracias a las gestiones de un hermano de Ignacio, Aurelio, que por entonces estaba en México, logran que los embarquen para ese país. Llegado a México, se coloca de empleado en la plaza de toros de Morelia y allí empezaría su vida taurina.

En 1910, con 18 años debuta como banderillero en Morelia, con la cuadrilla de Fermín Muñoz “Corchaito”, con el que viene a España y vuelve a México, en donde debuta como novillero un año después, alternando con sus actuaciones como banderillero. En 1913 se presenta en Madrid de novillero, donde ya destaca por su valor. En 1914, por fin se presenta en Sevilla, ante la familia y amigos con mucho ambiente ya. Pero es herido de extrema gravedad, con la femoral muy afectada, casi pierde la vida delante de su padre que bajó a la enfermería. A raíz del percance y debido a la perdida de facultades vuelve de subalterno, ya de categoría, en las cuadrillas de las figuras Rafael El Gallo, Belmonte y Gallito, con el que estuvo tres años y aprendió el oficio, siendo su modelo y su maestro. Al final de la temporada 1916, el maestro de los críticos taurino, Gregorio Corrochano escribió esto en ABC: “Sánchez Mejías, que está a la cabeza de los peones por lo activo y oportuno de la brega, está también a la cabeza de los banderilleros”. La característica de Ignacio como torero era “llegar”, y en todo lo que emprendía quería llegar a ser el primero.

Fue una figura del toreo. El año que muerte Gallito en Talavera, acabó como número uno del escalafón en número de festejos. Se retiró en el año 1922, volvió en el 24 y se volvió a retirar en el 27, con 36 años. A todo esto, con algunas escapadas a América donde tenía un extraordinario cartel. Como torero destacó por su valor. Otro crítico, Don Ventura, escribió lo siguiente en el año de su alternativa “Este torero ha traído algo nuevo a la fiesta de los toros: la exageración del riesgo. O más aún: la creación del peligro. Una y otra tarde se ha complacido en llevar a los astados a los terrenos más difíciles, para exponer más y más. Y cuando no podía haber emoción, la ha creado él. La ha buscado él. Ha procurado que la hubiera, inventando el peligro”. A la historia del toreo pasó como torero valiente y en El Cossío, podemos encontrar lo siguiente: “La valentía más auténtica y sobrecogedora que nunca se haya exhibido en los ruedos. El valor de Sánchez Mejías superaba el concepto de que tal cualidad moral podamos tener. No era sólo desprecio absoluto del riesgo, sino que daba la impresión de ignorancia total del peligro”. Habla de la valentía más auténtica de la historia del toreo.

En el toreo también destacó en otra cosa, su lucha contra todos los estamentos taurinos. Contra sus propios compañeros, son famosas sus peleas con Gaona en México, donde llegó provocándolo. Gaona había publicado que él se podía comparar con Gallito, e Ignacio cuando llegó a México exigió al director que publicara: Yo soy mejor torero que Gaona y sólo pude ser banderillero de Gallito. Se pueden imaginar el ambiente de esas corridas, donde corrió la sangre de Ignacio más de una vez. Pero también estuvo en guerra con la crítica taurina, son famosas sus peleas con “Galerín” y “D. Criterio” a los que rebatía en sus propios periódicos por medio de escritos suyos. También estuvo en guerra con los empresarios. Como presidente de la Unión de Toreros se opuso con vehemencia a los topes salariales que éstos querían imponer. Tanto que muchos empresarios, incluido el de Sevilla, D. José Salgueiro, lo vetaron en sus plazas. Es conocida la anécdota de que vetado, bajó a la arena en una corrida de Feria, de acuerdo con el matador Martín Agüero, y le puso banderillas a uno de sus toros. Pasó por el lado de Salgueiro y le dijo que él toreaba en Sevilla cuando quería. Un provocador, pero que después cortaba las orejas.

Se casa en 1915 con Lola, hermana de su maestro Joselito. El paso de amigo de José y novio de Lola, no fue bien acogido, y sus relaciones con la “señá Gabriela”, madre de los gallos, tampoco fue buena. Su mujer, Dolores Gómez Ortega es un personaje clave en la vida en Pino Montano, la casa familiar, y en mantener la familia siempre unida. Al torero la vida familiar se le fue quedando pequeña porque tenía otras inquietudes.

Siendo un hombre muy atractivo, tiene documentadas varias aventuras, algunas amantes y una querida, pero nunca llegó a romper la familia. La vida matrimonial no duró mucho. Lola lo echó del dormitorio, lo cerró con dos candados y nunca más lo volvió a dejar entrar. Búscate lo que quieras por ahí, porque aquí no entras más, le dijo. Y lo cumplió.

Ignacio destacó por su vida social. Allí donde estaba se hacía el centro de la vida social de la localidad. Cuando iba a México y o Lima, alquilaba una casa y allí se daban las fiestas y se reunían los personajes locales y visitantes. Fueron famosas las fiestas en Pino Montano, donde acudieron personas de todo tipo.

En aquellos tiempos de vanguardia, cuando empezaban los “sportman”, Ignacio tuvo tiempo para todo. Jugador de polo, practicante de boxeo, automovilista, piloto de aviación, fue el primero en ir a torear en avión desde un pequeño aeródromo montado cerca de Pino Montano. Tenemos fotos de acoso y derribo desde un coche, actor de cine, practicante de deportes de invierno, futbolista, etc.

También tuvo muchas inquietudes sociales, Fue presidente del Real Betis, con el que inició los fichajes de jugadores vascos, relación que llega hasta hoy día. Puso los cimientos para lograr el primer y único título de liga de tenemos. Presidente de la Cruz Roja de Sevilla. Conferenciante en Nueva York, en la Universidad de Columbia, invitado por García Lorca. Promotor de un aeropuerto en Sevilla. Empresario. También se publicó que estaba propuesto para Gobernador Civil por la Republica. No sabemos cómo tenía tiempo para hacer todo eso y, además hacerlo bien.

Como inquietudes artísticas, podemos citar su amor por el flamenco, destacando su debilidad por el cantaor Manuel Torre. También fue promotor del espectáculo “Las Calles de Cádiz”, junto con su amante “La Argentinita” y su amigo García Lorca. Un espectáculo flamenco que se elevó por primera vez de categoría, para competir con la ópera y el ballet.

Pero sobre todo destacó por su obra literaria. Empezó con escritos costumbristas y taurinos que fueron publicados en periódicos. Y también publicada en el periódica La Unión, las crónicas de sus propias corridas de toros. Tiene escritas cuatro obras teatrales y estrenados dos. Sin Razón, la primera aproximación a Freud de la literatura española, no se nos olviden las vanguardias de entonces, estrenada en Madrid por la compañía de Fernando Díaz de Mendoza y María Guerrero. Y Zaya, estrenada en Santander, en presencia del Rey. También tiene escrita una novela y poesía.

Conocido como mecenas de la Generación del 27. Ideó y organizo, junto con D. José María Romero Martínez, ateneísta, los actos de tricentenario de Góngora en Sevilla, que dieron lugar a la Generación del 27. Fue el artífice de convencer a sus jóvenes amigos vanguardistas de Madrid para venir a Sevilla. Las fiestas que se organizaron en Pino Montano se quedaron en el recuerdo de todos los poetas.

Tuvo amigos de todo tipo y condición, desde el Rey al Presidente de la República, pasando por el General Sanjurjo al que acompañó a la cárcel y despidió en el exilio.

Volvió a los toros en 1934, con 43 años, para que el hijo, que quería ser torero, no lo fuera. En una entrevista dijo que si tenía que entrar un cuerpo destrozado en Pino Montano que fuera el suyo, que su mujer ya ha sufrido demasiado. Desgraciadamente, a los pocos festejos, fue herido de gravedad en Manzanares, no quiso ser operado allí, y murió en Madrid dos días después de gangrena gaseosa.

Varios de sus amigos del 27 le escribieron poesías, como Miguel Hernández y Alberti, pero el poema de Federico García Lorca, Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías, que pasa por ser la mejor elegía en lengua española, lo hizo inmortal. Tan inmortal como figura literaria que lo ha minimizado como torero y como persona, con toda la historia que tiene detrás.

Sirvan estas letras para reivindicar su persona y también para darle la razón a Federico cuando escribió:

Tardará mucho en nacer, si es que nace
Un andaluz tan claro, tan rico de aventuras

Ignacio Sánchez-Mejías Herrero

Sevilla 2019

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