Con la salida de sol, la vuelta del calorcito primaveral y la llegada de la Feria y de los victorinos, todos estábamos contentos y esperanzados. A mediodía acudimos a la caseta del Casino Los 40 al tradicional acto de entrega del premio al toro más bravo de la Feria anterior. En este caso otorgado a “Yegüero”, “Amapolo” en los carteles, de Miura, lidiado por Pepe Moral. El precioso premio, presentado por el presidente del casino D. Ignacio Sánchez Ibargüen, fue entregado a los ganaderos D. Eduardo y D. Antonio Miura, por el alcalde D. Juan Espadas, que cada año honra el acto con su presencia. Terminado este estuvimos de tertulia y vinos, como debe ser en una feria.
Pero nuestro gozo en un pozo, por la tarde la esperada corrida de Victorino defraudó. Y lo hizo porque dados los antecedentes en esta plaza esperábamos mucho más de la condición y el juego de los toros. En general fue sosa, sin recorrido, alguno peligroso pero sin poderte pelear con él, otros rajados y otros parados. Eso sí, muy bien presentados, con algún toro aplaudido de salida.
Así pocas cosas pudimos ver. Ferrera, que intentó de todo y no pudo sacar nada. Luque muy voluntarioso y bien colocado pudo sacar unos buenos derechazos en el último, antes de que el toro se rajara. Lo mejor lo vimos con la capa de Escribano, se fue a porta gayola en su segundo (también lo había hecho en el primero), el toro se le vino cruzado, cosa habitual en esta plaza con ese portón tan ancho, tuvo que echar cuerpo a tierra, pero se levantó, le volvió a dar dos largas pegado a chiqueros y le enjaretó unas magníficas verónicas que hicieron sonar la música. Después también nos puso en pie con el arriesgado par al quiebro pagado a tablas. El toro embestía muy despacio pero como sin ganas, con poco empuje, aun así hubo petición minoritaria después de una buena estocada.
No queremos dejar de mencionar dos magníficos pares de Raúl Caricol, arriesgados y ganando la cara con gallardía.