Roca Rey ya salió a hombros por la Puerta Principal de la plaza de toros de Sevilla de novillero. Recuerdo verlo salir cojeando a duras penas de la enfermería exclusivamente para salir a hombros, y con solo ese gesto ya demostró que quería ser figura del toreo. Ayer le correspondió un toro de esos magníficos “mansitos” actuales, al que tuvo que hacer faena en la puerta de chiqueros, pero que rompió a embestir con clase y profundidad. Roca planteó la faena con la misma profundidad que exigía el toro y le salió redonda, dos orejas y el público entregado esperando para sacarlo por la Puerta del Príncipe. Lamentablemente, en el sexto toro empezó a llover y muchos visitantes no preparados, empezaron a abandonar los tendidos desluciendo la faena, que no había tomado vuelos, pero que de matar le hubieran abierto la ansiada puerta. Desgraciadamente se tuvo que volver a ir por la Puerta Principal, pero con la convicción de todos de que tenemos figura para mover todo el escalafón.
El toro bravo le tocó a Castella. Le embistió por abajo como para hacer cinco carteles de toros, y el torero pudo disfrutar como nunca en Sevilla. La lástima fue que la estocada cayó algo trasera y necesitó usar varias veces el descabello. El presidente, frustrado por no poder sacar los pañuelos blancos, optó por el azul para dar una vuelta al ruedo al toro, que habían pedido tres personas. Que no digo que no se mereciera, pero también hemos tenido otros toros de Torrestrella o de Victorino igualmente bravos, a los que no se les premió con semejante honor.
Por cierto, ya que vimos una lenta vuelta de las mulillas, cabe preguntarse qué pasa con el tiro de mulas este año. De unos alegres arrastres al galope sonando los cascabeles, hemos pasado a unos tristes al paso y con algunos fallos de enganche, además.