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Se anunciaba una novillada de D. Cayetano Muñoz. Animales con hechuras de embestir, en tipo de embestir, con ganas de embestir, nobles hasta decir basta, dulces como pasteles de leche, pero querían y no podían, y cuando lo hacían eran tan sositos que no emocionaban a nadie.
Con este material ni Juan Ortega ni Posada de Maravillas han podido demostrar casi nada. Solo Lama de Góngora, ha podido justificarse en el último cortando una oreja. Venía el novillero más dispuesto después de sus repetidos pasos por Sevilla con más pena que gloria. Recibió a sus dos toros a porta gayola y demostró que puede funcionar. Se mostró animoso con sus dos novillos, dando una vuelta después de leve petición en su primero y tirándose a matar son fe a su segundo. Demasiado poco para una tarde, en general, tediosa.
Poco público en Sevilla, el abono y pare usted de contar. Además hemos tenido que soportar en la sombra una plaga de mosquitas, inofensivas pero molestas, que hacían que toda la sombra estuviera abanicándose mientras desde el sol nos miraban sorprendidos porque la tarde era fresca.
Por supuesto hemos visto picar poco y lidiar fatal a las cuadrillas, por lo general, eso sí, muchos brindis y poca emoción.