El levante y el calor se han instalado unos días en El Puerto y es difícil arrancar con este tiempo para la plaza de toros, cuando lo que apetece es estar en el agua, y tuve que ser literalmente arrastrado a los toros por mi vecino de abono de Sevilla, D. Guillermo Sierra. El cartel tampoco es que tuviera mucho atractivo, toros de Martelilla (Marqués de Domecq) para Salvador Vega, Jesuli de Torrecera y Alejandro Morilla. Diestros en busca de oportunidades y los toros del domingo no se las ofrecieron.
Es cierto que la terna está falta de contratos, baste indicar que entre los dos últimos sumaban un solo festejo este año, el de Morilla en esta misma plaza, pero que es que los toros rajados y sin motor, cuando no peligrosos, ayudaron muy poco. A Morilla, que posiblemente pechó con el peor lote, le dieron la oreja de su primero, supongo que por pura tradición, ya que este hombre siempre sale premiado de El Puerto. Es cierto que estuvo valiente y queriendo con un toro peligroso, pero dar una oreja después de pinchar y dejar una estocada muy caída y trasera sólo puede entenderse, como digo, por tradición, pero estando la impresentable presidente en el palco, todo es posible.
El tercer subalterno de Morilla, mejor no mencionar el nombre, dio el mitin en banderillas. Yo creo que este hombre no ha puesto un par en su vida, pasaba en falso y ya estaba el primero citando para su segundo par, como si supieran de antemano que ese no lo ponía, y así en los dos toros. Debe ser un excelente puntillero para que lo lleven con esos antecedentes.
Lo más entreteniendo de la tarde corrió a cargo de El Bimbo, popular, eterno y añoso novillero local, que lucía, de espectador, una camisa carmesí de mangas largas digna de un traje de torero y del que estábamos lo suficientemente cerca para oír sus ocurrentes comentarios. Este novillero protagonizó un reciente documental en televisión, y cuando le preguntaron que cuándo lo había pasado peor en una plaza de toros, contestó el hombre sinceramente y dijo: que cuando un novillo le había quitado el peluquín en un revolcón. Corto de estatura, comentaba el domingo, que cuando le llegue su hora, ha dejado dicho que pueden quitar las fichas del dominó de la cajita y meterlo a él, que cabe.