Comentábamos hoy en el tendido ciertos pros y contras de la cincuentena, en la que hemos entrado ya muchos de los vecinos de abono. Hablábamos de los achaques, de la pérdida de memoria y de otros desagradables efectos. Pero también coincidíamos que entramos en cierto pasotismo, eso que ahora está tan de moda. La verdad es que en esta edad no es que nos atrevamos a hacer cosas que antes no hacíamos, sino que nos dan igual las consecuencias, y un claro ejemplo es este atrevimiento de escribir de toros en Sevilla. Un vecino decía que esta corrida era claramente para cincuentones: mala memoria para olvidarla cuanto antes y pasotismo para aguantarla hasta el final.
La tarde empezó mal, el primero de Valdefresno después de dos volteretas completas blandeó y se cayó, el público lo protestó hasta el punto de que el presidente se estuvo pensando si devolverlo, pero no lo hizo. El segundo ya no lo pudo aguantar, se cayó y como ya estaban calientes los ánimos empezaron los improperios al toro, desde inválido hasta «derrengao», de forma que tuvo que sacar el pañuelo verde. Por cierto, los cabestros, ahora que también están de actualidad política, muy bien.