Una de las medidas que tengo de la expectación que levanta la corrida es el número de vecinos titulares de abono que regalan la entrada del día a familiares, amigos o acreedores y no vienen a los toros. El sábado, de la docena larga de ellos que tengo controlados, han desertado más de la mitad, y eso que era sábado. No quiero pensar lo que será hoy lunes. Mis vecinos de abono son gente sensata, nos conocemos de muchos años viendo toros en Sevilla juntos y todos sabemos de nuestros gustos y de nuestras debilidades, y nos respetamos, aunque los gustos de alguno no lo merezcan. Las polémicas no suelen pasar de puntos de vistas dispares. Ninguno somos profesionales del toro por lo que oigo en mi tendido son las opiniones de aficionados sin más información de lo que ven en el ruedo, ni más aspiración que pasar un buen rato, mejor si es emocionante y que se recuerde por algún tiempo.
Oigo que el Fundi ha estado en lo esperado: profesional y seguro, aunque algo embarullado con su segundo. Que Jesuli ha estado en lo esperado: acelerado, y desperdiciando su segundo toro, el único que decía algo, y que Bolívar ha estado. Oigo que Sevilla es muy novelera al darle una oreja al Fundi solo por la estocada. Oigo que el estoconazo es soberbio, pero después vino el momento de emotividad. Toro que lo sigue y lo levanta ensartado de la taleguilla. Afortunadamente no hace presa, queda ahí la cosa y toro rueda sin puntilla. Algunos sacan el pañuelo, otros lo siguen, viene el abucheo al presidente y la oreja. Es el momento emotivo. Ya tenemos algo que contar. Ciertamente hubo un precedente con una estocada de Joselito, allá por los principios de los 90. Pero el toro era otro toro y la estocada otra estocada. Recuerdo el encampanado toro de Don Álvaro Domeq, con dos pitones abiertos y astifinos, como entonces lucían los toros de Don Álvaro, esperando y cómo el torero salió limpio por el costillar después de dejar la espada en todo lo alto. Esa estocada tuvo arte. No seré yo quien niegue ni el merito ni la oreja al Fundi, pero ya digo: momentos emotivos.
Oigo que es probable que hayamos visto ya la estocada de la feria y el quite oportuno, efectuado por un peón a un compañero apurado, pues en lo que sí se han puesto de acuerdo los toros ha sido en perseguir a quien los banderilleaba hasta las tablas.
Pero el problema es que, además de oír todo esto, ha habido tiempo para hablar de otras cosas ajenas al Toro. Y eso no es bueno, al menos para la Fiesta.