La primera decepción de este domingo ha sido la pobre entrada en La Maestranza. Este debe ser el abono de este año y poco más. Muy parecido al del año anterior. No remontamos.
La segunda decepción el juego de la corrida de Fuente Ymbro. Esperada por los aficionados por su movilidad y transmisión, no han tenido ni una cosa ni la otra. Ni un pero a la presentación, pero descastada, parada, queriéndose rajar y con las caras altas. Nada de la movilidad y bravura de antaño.
Los matadores han hecho lo que han podido con su mayor voluntad. Urdiales con su toreo clásico, bien colocado y citando en el sitio, pero sin respuesta de sus dos toros que acabaron rajados.
A El Cid lo hemos visto mucho más dispuesto y preparado que en las últimas temporadas. Se le ve más delgado y se ha vuelto a reencontrar son el público en su segundo, el único que medio nos ha recordado al toro de Fuente Ymbro. Difícil por la derecha, le ha tragado por el izquierdo y sin llegar a ser una faena redonda, ha puesto las bases del toreo natural al que nos tenía acostumbrado. Mató bien y se llevó una merecida oreja.
Adame ha toreado mucho más reposado de lo que le recordábamos de anteriores comparecencias. Sin estridencias, toreó a su primero lo que se dejó y mató muy bien. Le dieron la oreja supongo que por la estocada.
Muy bien pareando Fernando Sánchez y muy mal las cuadrillas queriendo matar al toro cuando lo había matado el que lo tenía que matar, el matador. Si éste da la orden de quietos, nadie debe moverse. Queda muy feo que el torero persiga a sus subalternos para que no den vueltas al toro con una gran estocada. Me he acordado de “Paquirri”, cuyos banderilleros veían, las más de las veces, al toro caer rodado desde la tronera del burladero del que no salían sin la aquiescencia de su matador.