Los Toros son, probablemente, el espectáculo en que menos se ha cuidado al cliente que paga. Piensen que en pleno siglo XXI estamos viendo corridas en las mismas condiciones que las veían nuestros antepasados del siglo XIX. En los tendidos de La Maestranza, la misma piedra, el mismo poco espacio, el mismo sol, la misma lluvia. En definitiva, la misma incomodidad. Otros espectáculos has evolucionado con cubiertas, aire acondicionado, sillones y otras comodidades propias de los tiempos modernos. Pero en los Toros somos más tradicionales, queremos las cosas como antaño, incómodas.
De la corrida de Garcigrande poco les voy a poder contar, sólo he visto muchos kilos y poca casta. Un desfile de toros descomunales, que no tenían ni bravura ni casta para mover semejante masa. El cartel más “rematado” de la Feria, se vino abajo por algo previsible, con tantos kilos es difícil moverse. Con tanto paraguas alrededor y evitando los temidos chorreones, no es posible mantener un dialogo serio, pero algo hemos hablado sobre el por qué hemos sacado a los toros de los tipos de sus encastes, por qué los equipos gubernativos echan tanto toro para atrás por “falta de conformación zootécnica”, creo que le dicen, por qué tanto toro falto de casta, por qué tanto toro parado. En resumen, por qué tenemos tantas y tantas tardes en las que pasa tan poco en el ruedo.
Morante y Talavante han pasado desapercibidos y El Juli ha cortado una oreja de farolillos en el único que medio se ha movido, el único que parecía tener una masa corporal normal. Poco, muy poco para el cartel más “rematado” de la Feria.