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Abono Sevilla 2018

Ferrera y Roca iluminan Resurrección

Para un sevillano la corrida del Domingo de Resurrección es la más importante del año, la que nos hace reencontrarnos con La Maestranza después de mucho tiempo. Siempre fue el mejor cartel de la temporada. Desde los tiempos en que Curro le daba prestancia y señorío al día, hemos visto careles siempre de figuras. Últimamente era Morante, tan del gusto sevillano, el que abría el día, pero este año, al pretender hacer una temporada tan peculiar como la que tiene planificada, nos quedamos sin su presencia. La empresa, en vez de traer a las figuras consagradas, trajo a los triunfadores de la temporada pasada, que además son de su órbita, Ferrera y Roca Rey, y lo completó con Manzanares, un fijo en los últimos años. El cartel, a la vista del “no hay billetes” resultó todo un éxito.

Pero la primera en la frente. Los toros de Victoriano del Río y de Cortés, fueron siendo rechazados en el reconocimiento, hasta nueve por lo que leímos (que por cierto ya no poner el parte en la Puerta del Príncipe), y se fue completando como se pudo, en algún caso, con la benevolencia de la presidencia, porque el último que saltó a la arena hoy, con cuatro años recién cumplidos y de muy pobre presencia, no habría pasado en otras circunstancias. Su juego fue muy variado, alguno se movió con clase, como el tercero, el segundo fue bien al caballo, alguno encastado, y otros se querían rajar, o se rajaron, como el último.

Antonio Ferrera con su primero no se entendió, pero en su segundo vimos al Ferrera de la temporada pasada, centrado, variado y con un toreo clásico que gusta. Faena superior, muy jaleada por el público, pero al que la espada y el descabello enfrió hasta el punto de que la petición no fue mayoritaria. No hemos visto a Manzanares a la altura de las circunstancias hoy. Su primero era un toro encastado que se vencía por el derecho, al que no le cogió el aire, y que le propinó un volteretón para meterlo en la enfermería. Ese toro tenía otra faena. Su segundo bajó la nota del festejo, fue el peor y no se vio al torero a gusto en ningún momento. Debía estar resentido del percance porque en el último ni salió del callejón en banderillas, y delegó su labor al subalterno.

Roca Rey es el torero joven que más expectación levanta. Sabemos que cuando torea algo va a pasar porque sale a por todas y no se mueve un ápice de donde se coloca y que son sitios comprometidos. Su labor en el primero fue de mucho mérito, con una gran faena de muletazos largos y templados. El toro tardó mucho en caer y el premio se quedó en una oreja. El último del encierro, chico y feo, que habían traído esta mañana, se rajó desde el principio y solo pudo arrimarse. Este toro no debió brindarlo al público, primero porque no lo valía y, sobre todo, porque ya nos había brindado el primero.

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