Después de la feria local de cada uno, San Fermín es la feria más atractiva del calendario español. Pasa con esto lo mismo que antes pasaba con el Betis, que la mayoría lo tenía como segundo equipo, excepto aquellos que lo tenemos de primero.
San Fermín es la feria por excelencia. Les gusta incluso a aquellos que no les gustan los toros, es el referente extranjero de la Fiesta. En muchísimas casas, a las ocho en punto, se agolpan los miembros de la familia a la llamada de la emoción. Después, durante el día, vas comentando el encierro y casi todo el mundo parece haberlo visto.
Tengo que reconocer que la plaza de Pamplona es la que más me impresionó la primera vez que fui. El ambiente es increíble. Las peñas de sol van a lo suyo, a cantar a bailar a comer y, desde luego, a beber. Lo de los toros para ellos es secundario, casi una excusa para reunirse. Si la corrida está aburrida, miras a sol y siempre hay algo en lo que fijarse.
Después del festejo, sentado en la terraza de la oficina contemplaba el desfile de salida de las peñas y, poco después, empezaron a llegar camiones que llenaban de botellas vacías que tiraban desde la plaza, por esa especie de bajantes que hay en las obras para los escombros, con un ruido estruendoso. Perdí la cuenta de cuantos camiones llenaron de botellas vacías ¡Qué forma de beber! Está claro que el público de los toros sabe beber hasta en San Fermín.
Esperamos ilusionados el comienzo de los encierros mañana, en casa no nos perdemos uno desde que empezaron a televisarlos, y se ven en silencio como acertadamente los retransmite RTVE.
Todo aficionado que se precie tiene que ir a San Fermín, al menos una vez en la vida, esto es como una peregrinación. Solo una vez bajé a la calle con intención de correr, pero tengo que reconocer que no me atreví. Al día siguiente la foto de portada de los diarios de Pamplona, era un toro de Don Álvaro con un mozo ensartado en cada pitón. Así que mi reconocimiento para los corredores y el deseo de que ofrezcan espectáculo a partir de mañana. Lo comentaremos.
Encierro de El Ventorrillo, jueves 9
Este mozo ha hecho la carrera por fuera de la curva, pegado a los seis toros, rozándose con la pared y no solo ha salido airoso, sino que siguió por Estafeta con una zancada digna de zaguero de rugby. Casi lo único interesante de la mañana.
Los encierros, hasta ahora, sin incidencias significativas. Parece que la fiesta va perdiendo emoción hasta en esto.
9 respuestas a «San Fermín»
La foto es espeluznante,Pamplona me parece una maravilla en lo social,quizas lo menos conocido,nada que ver con el bullicio y desorden que mas vemos de la fiesta,lo realmente maravilloso es la hospitalidad de sus gentes,su cocina,esa aficion de sombra entendida y respetuosa,el toro,sus encierros unicos en el mundo,en fin,que quien pueda permitirselo en estos tiempos nada faciles,no deje de ir a conocerla.
Pues a mí desde fuera, viéndolo por la TV, nunca me han convencido los sanfermines en cuanto a corridas de toros. Porque me parece tal falta de respeto la que se produce, mientras los toreros se están jugando la vida, que no me veo capaz de estar allí formando parte del lío. Seguro que estar «aprendiendo» a ver toros en Sevilla tiene mucho que ver con ello.
Grada del ocho, después de Sevilla hay vida. El mundo no acaba aquí, hay muchas experiencias taurinas de gran interés en muchos lugares de España, Francia, América…Es muy enriquecedor conocer las distintas maneras de disfrutar de tan maravillosa fiesta. Si no se conocen otras cosas se vuelve uno pobretón y chovinista.
Martes, primer encierro de Alcurrucén sin incidencias significativas. Solo a un mozo de los habituales de Estafeta le ha pasado la manada por encima, igual ya no corre hasta el domingo. Esperamos más emoción en los próximos.
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Luis, creo que ha habido un problema, o no me ha entendido bien o, lo más probable, yo no me he explicado. He visto toros en Sevilla y provincia, Málaga, Pto. Santamaría, Barcelona, Madrid (Ventas y Vistalegre), Bilbao, Zaragoza, Cáceres y provincia… No creo que nadie deba explicarme si hay vida taurina después de Sevilla.
Pero, en cualquier caso, lo que se hace en los tendidos de sol de Pamplona durante la lidia de los toros, me parece una absoluta falta de respeto. Me la parecería igual de cualquier manera pero, y esto es a lo que me refería, aprendiendo a ver toros en una de las plazas donde más respeto hay a lo que sucede en el ruedo, quizás sea más duro el contraste.
Un saludo.
Y, ya sobre el encierro, planteo una duda. Las buenas carreras, entiendo, son delante de la cara del toro ¿No? Porque se ven muchas con la mano puesta en el costillar del toro y a eso no le veo tanto (remarco el tanto) mérito.
Evidentemente que hay vida después de Sevilla, pero creo, con Grada del 8, que Pamplona, adentro de la Plaza es demasiado irreverente. Al menos, desde la tele y con un Atlántico de por medio, así se aprecia. Los que están en el ruedo no merecen que los del tendido toquen y canten ‘La chica ye-ye’, ‘El rey’ o ‘Paquito el chocolatero’ cuando se juegan la vida, sino la atención respetuosa de la concurrencia.
Será que la feria de mi tierra se parece en mucho a esa vertiente de la de Pamplona y esa parte no me agrada. Pero coincido con Ignacio en que hay que ir y conocerla in-situ, que seguramente tendrá muchas cosas de interés que ofrecer.
Saludos desde Aguascalientes, México.
Coincido con grada del 8 en lo de la falta de respeto, pero con matices. Me explico:
La verdad es que resulta duro jugarse la vida con tanto jolgorio alrededor y los toros más serios de España enfrente, pero también le da su punto y sobre todo, el lleno asegurado , permite llevar a las mejores ganaderías , con todo tipo de encastes, y todo tipo de toreros. Esto hace que sea el referente veraniego por excelencia, y como bien dice D. Ignacio, lo más conocido en el extranjero.
Las tradiciones de nuestra España la hacen única , su pluralidad la alimenta y el toro es quizás el nexo de unión más importante. Por ello el que unos cuantos , o media plaza, se lo tome con ese jolgorio enriquece la Fiesta y bienvenido sea, aunque no lo comparta. Saludos
Esta fiesta taurina que lleva más de cientos de años desarrollándose es una dura fé hacia la valentia que tienen cientos de hombres y mujeres en correr delante de unos toros bravíos, que solo quieren salir de ahi, nerviosos, furiosos y quizás algunos con timidez.
Pero eso es la fiesta, ver tremendas moles de carne corriendo y pasando por unas calles angostas, hace el jolgorio y la fiesta genial, donde circulan debajo de balcones llenos de gente, gritando, llorando y saltanto de felicidad, o de los que rondan las vallas, con el peligro de que les pase un toro de más de 200 kilos por encima, toros jóvenes, que llegan a la plaza a jugar con los toreros y hacer que el público en las gradas grite de satisfación. Pero eso es la fiesta, una historia entre el hombre y el toro, un placer que quizás muchos no comparten, otros adoran, por algo vienen miles de visitantes, y no solo de la región, del país y del mundo en general.