La corrida del Domingo de San Miguel se presentaba como la gran oportunidad para tres toreros locales necesitados de eso que los taurinos llaman “un zambombazo” para relanzar sus decaídas carreras. Desgraciadamente no hemos oído ningún estruendo, más bien todo lo contrario.
La corrida de Alcurrucén estuvo bien presentada, con toros muy aptos para triunfar aunque otros menos. Con ella sólo Esaú ha dado la impresión de querer aprovechar la tarde. Valeroso y firme toda la tarde, compuso una faena de mando a su primero, al que pasó de faena y se equivocó en un adorno imposible siendo cogido de forma espeluznante y saliendo indemne de forma milagrosa. Su segundo también lo cogió a porta gayola. Estuvo fatal con los aceros. Aunque no ha perdido crédito, con ese lote debió cortar orejas.
Borja Jiménez anduvo desubicado toda la tarde, toreando descolocado y en diagonal, y dando tandas y tandas sin decir nada. Del Lama de Góngora que nos enamoró sin caballos sólo queda el nombre. Despegado, desubicado y falto de ideas, no extraña lo poco que ha toreado este año. Estos dos toreros han perdido una oportunidad de oro para reorientar sus carreras, y esperemos que haya más, pero va a ser difícil.