Impresionante Cuadri en Madrid

Para rematar la feria de San Isidro la empresa de Madrid buscó una corrida para darle en todo el gusto a esa plaza ¡Pedazos de toros!, impresionantes. Encastados, con poder, peligrosos y con emoción, hicieron que el público estuviese todo el festejo preocupado y ocupado en lo que en pasaba en la arena y no en protestar todo cuanto se le ocurre, como otros días. Todos los toros impusieron un respeto enorme. Alguno hizo una pelea en varas de otros tiempos, como el tercero, y varios recibieron tres puyazos sin rechistar. El toro, señores.

A este tipo de toros no se le puede hacer la faena artística al uso de los tiempos modernos, necesitan otro tipo de lidia y toreros muy dispuestos. Iván Fandiño lo estuvo desde el primer momento. Tiro la moneda al aire y se puso a torear desde el primer muletazo, sin probaturas, y lo consiguió en sus dos toros. A su primero se tiró a matarlo con fe, y el pitón le tropezó en la ingle, afortunadamente, sin prenderlo. Es increíble que no le concedieran la oreja por tardar el toro en doblar, que hasta en esto fueron encastados. Sí la cortó en su segundo, un gran toro, al que toreó con igual entrega. Es curioso que toreros como Fandiño, con gran cartel en Madrid, que salen a jugarse la vida, después pasan por Sevilla de puntillas y casi ni nos acordamos de lo que hicieron.

También Alberto Aguilar se la jugó con su primero, del que recibió una voltereta muy seria. Era sobrecogedor ver al torero volteado acurrucándose en el suelo y esa mole impresionante que iba a por él a cien por hora. Tuvo suerte.

Termina un San Isidro en el que han pasado muchas cosas. Plaza con gran parte del público “académico teórico” y con poca afición, que molesta a los toreros y al resto del público, pero es el que paga y hay que respetar. De cualquier forma, he visto la plaza menos arisca que el año anterior. Se han concedido trofeos generosos y se han dejado a toreros y novilleros sin el justo premio por caprichos del respetable.